El presidente de Yemen, Alí Abdalá Saleh, destituyó al gobierno, cuya lista de desertores no cesaba de aumentar, poco después del multitudinario entierro de varias de las 52 víctimas que dejó la sangrienta represión gubernamental de la nueva oleada de protestas en el país.
"El presidente de la República disolvió el gobierno y lo dejó a cargo de los asuntos corrientes hasta la formación del nuevo ejecutivo", afirmó la agencia de noticias estatal Saba.
A la larga lista de desertores del régimen en protesta por la violencia para acallar las voces que piden desde finales de enero la renuncia del presidente, cada vez más acorralado, se habían sumado la ministra de Derechos Humanos, Huda al Baan, y el embajador ante Naciones Unidas, Abdalá al Saidi.
Con ellos, son ya 23 los diputados que han dimitido del partido en el poder, que cuenta con 170 de los 301 escaños del Parlamento.
En un mensaje difundido por la televisión Al Jazeera, el general Ali Mohsen al-Ahmar anunció su apoyo a la "revolución pacífica de la juventud", mientras los tanques continúan desplegados en la capital, Saná.
El secretario General Naciones Unidas, Ban Ki-moon, condenó el uso de munición de guerra por las fuerzas de seguridad y dijo que el gobierno tiene la obligación de proteger a los civiles. Ban también indicó que no hay alternativa a un diálogo amplio sobre las reformas políticas, sociales y económicas para hacer frente a la crisis política de Yemen.
En la calle, el cortejo escoltó hasta el cementerio los cuerpos de varios de los 52 manifestantes muertos en lo que fue el mayor congregado en la capital yemení.
La matanza, atribuida a partidarios del régimen, marcó la jornada más sangrienta desde el inicio de las protestas contra el presidente Saleh en la única república de la Península Arábiga, aliada de Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo.
El presidente lamentó la muerte de los manifestantes y decretó un día de duelo para los funerales, sin por ello calmar el resentimiento de los opositores que piensan que el poder intentó poner fin de una vez por todas a la sentada permanente en la plaza de la Universidad.
Miles de manifestantes desafiaron el estado de emergencia decretado en Yemen para concentrarse en el centro de la capital, Saná, y demandar al presidente Alí Abadalá Saleh que abandone el poder.
Alentados por las revueltas que derrocaron a los gobernantes de Túnez y Egipto, los manifestantes han estado exigiendo durante semanas la renuncia del presidente Saleh. Se estima que en las protestas han muerto hasta ahora más de 70 personas.