En su primera sesión de fin de semana en 37 años, legisladores en el Parlamento británico discutían si aprueban el nuevo acuerdo de divorcio con la Unión Europea (UE), propuesto por el primer ministro Boris Johnson.
Mientras tanto, miles de manifestantes contra el Brexit marchaban por las calles de Londres portando la bandera azul con estrellas de la UE.
La primera votación sería si, por enésima vez, demoran la decisión sobre el Brexit.
Johnson imploró a los legisladores a que acepten el acuerdo que logró esta semana con los gobernantes de los 27 países restantes. Dijo que los miembros de la Cámara de los Comunes deben “unirse como demócratas para poner fin a este enfrentamiento enfermizo en torno al Brexit, que divide al país en bandos enconados desde el referendo de 2016.
“Ahora es el momento de que esta gran Cámara de los Comunes se una... como creo que la gente en sus casas espera y prevé”, dijo el primer ministro.
Pero miles de esas personas, muchas con boinas azules simbólicas de la bandera de la UE, salían del metro y los autobuses para marchar a la plaza del Parlamento.
Johnson podría no tener la votación que ansía
Al inicio de la sesión, el presidente de la cámara, John Bercow, dijo que primero permitirá que los diputados se pronuncien sobre una enmienda que, básicamente, aplaza la decisión sobre el pacto con Bruselas para otro día.
Los impulsores de la medida sostienen que esto eliminará el riesgo de que el país deje el bloque sin acuerdo el 31 de octubre. Según los economistas, un Brexit “duro” frenaría el comercio y dejaría a la economía británica en recesión.
Esta propuesta hace que el apoyo al acuerdo dependa de que la ley necesaria para aplicarlo sea aprobada también en la cámara, algo que podría demorarse varios días o incluso semanas.
Uno de los legisladores responsables de la enmienda, Oliver Letwin, explicó que evitará que Londres abandone la UE a final de mes “por error si algo sale mal durante la aprobación de la legislación para la implementación”.
Además dará a los diputados otra oportunidad de examinar, y posiblemente modificar, los términos de la salida durante la tramitación de la legislación.
Si la enmienda recibe luz verde, Johnson tendrá que solicitar a Bruselas otra demora en la fecha del Brexit. El mes pasado, la cámara baja británica aprobó una norma que obliga al ejecutivo a hacerlo si el acuerdo de divorcio no se acepta el sábado.
El primer ministro indicó que cumpliría el requisito a disgusto. La ley le obliga a pedir la ampliación, pero indicó que “no puede cambiar mi opinión de que una nueva demora no tiene sentido, es costosa y profundamente corrosiva para la confianza pública”.
Johnson advirtió además que el sí del bloque podría no estar asegurado. “Hay muy poco interés entre nuestros amigos en la UE para que este asunto se prolongue un día más”, afirmó. “Llevan tres años y medio con este debate”.
Mientras los diputados ocupaban sus puestos en la Cámara de los Comunes, en su primera sesión en sábado desde la Guerra de las Malvinas en 1982, se esperaba que decenas de miles de contrarios al Brexit marchasen hacia el edificio pidiendo un nuevo referéndum.
Desde que cerró el acuerdo con la UE el jueves, Johnson ha estado implorando y presionado a legisladores tanto conservadores como de la oposición en un intento de sumar apoyos a su causa.
El Partido Conservador de Johnson tiene solo 288 de los 650 escaños del parlamento, por lo que depende del respaldo de otros partidos y de legisladores independientes para sacar adelante el documento.