Gran Bretaña y la Unión Europea esperaban poner fin el jueves a las asperezas y la frustración derivadas de un proceso de divorcio que dura ya tres años al cerrar un principio de acuerdo para el Brexit, pero el primer ministro británico, Boris Johnson, enfrenta ahora la ardua tarea de vender el acuerdo ante su reacio parlamento.
El presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker declaró que el acuerdo significa que ya no es necesidad de más prórrogas y que Gran Bretaña puede abandonar el bloque el 31 de octubre.
“No hay necesidad de ningún tipo” de postergación, dijo Juncker.
Añadió que se siente “feliz por el acuerdo, pero triste por el Brexit”.
Horas antes Juncker había tuiteado que “es un acuerdo justo y equilibrado para la UE y Gran Bretaña y es una prueba de nuestro compromiso para encontrar soluciones”.
Por su parte, el primer ministro Johnson dijo en Twitter que las dos partes habían cerrado un “gran nuevo acuerdo” e instó a los legisladores británicos a aprobar el texto en una sesión extraordinaria de la Cámara de los Comunes el sábado.
“Este es un acuerdo que nos permite completar el Brexit y salir de la UE en dos semanas”, tuiteó el mandatario.
El ministro del Exterior alemán calificó el acuerdo de “nada menos que una hazaña diplomática”.
En declaraciones a la prensa en Berlín, Maas dijo que el acuerdo “es la prueba de que todos trabajamos juntos de manera responsable”.
Pero advirtió que falta la discusión en la cumbre de la UE y en el Parlamento Europeo.
Inmediatamente después del anuncio, los aliados norirlandeses de Johnson señalaron que no podían respaldar el acuerdo por las provisiones para la frontera irlandesa.
Johnson necesita todos los votos que pueda recabar para sacar adelante un pacto en un parlamento profundamente dividido y esto calmó los ánimos en la cumbre comunitaria. La cámara baja británica ya rechazó el documento anterior en tres ocasiones.
El jefe negociador de la UE para el Brexit, Michel Barnier, ya ha vivido esta situación de cerca.
“Tenemos experiencia. Por eso mi temperamento de alpinista me mantiene prudente y cauto”, apuntó Barnier.
Barnier estaba en la sala cuando los líderes se llamaron unos a otros y dijeron que Johnson “le contó al presidente Juncker esta mañana que creía que era capaz de lograr que se apruebe el acuerdo”, añadiendo que el líder británico “confiaba en su capacidad para convencer a la mayoría”.
El principal obstáculo para cerrar un pacto fue encontrar una vía que permita la libre circulación de bienes y personas por la frontera entre el territorio británico de Irlanda del Norte e Irlanda una vez se consume el divorcio.
Johnson insiste en que todo el país, incluyendo Irlanda del Norte, debe abandonar la unión aduanera comunitaria, lo que obligaría a establecer controles fronterizos y aranceles.
Según Barnier, el nuevo acuerdo resuelve este problema al dejar al territorio británico dentro del mercado único comunitario _ por lo que no se necesitarían controles fronterizos _ y elimina los controles aduaneros en la frontera irlandesa. En su lugar, tanto los controles como los aranceles se aplicarán a los bienes que lleguen a Irlanda del Norte con destino a la UE.
Esto supone instalar una aduana en el Mar de Irlanda, algo que el gobierno británico lleva tiempo diciendo que no permitiría y a lo que el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte (DUP) se opone con contundencia.
La líder del DUP, Arlene Foster, y el jefe de su grupo parlamentario, Nigel Dodds, dijeron que “no podemos respaldar lo que se está sugiriendo en cuestiones de aduanas y consentimiento”, en referencia a la capacidad de decisión que puedan tener las autoridades norirlandesas en el futuro.
La formación dijo que su posición no cambió tras el anuncio del acuerdo provisional.
Los acuerdos de aduanas y consentimiento son cruciales para garantizar la apertura de la frontera entre el territorio británico de Irlanda del Norte e Irlanda, socio de la UE, el principal obstáculo para el Brexit.