El 2011 empezará para los cubanos con enormes interrogantes acerca de los cambios económicos anunciados por el gobierno, la amenaza de despidos laborales masivos y con la nada grata noticia de que por el aseo y la higiene el ciudadano común tendrá que pagar mucho más.
Una resolución dictada por las autoridades y difundida por la Gaceta Oficial, anunció que el gobierno cubano decidió “suprimir la venta de los productos de higiene y aseo personal en el mercado normado”.
Eso significa que los habitantes de la isla, que hasta ahora tenían racionados tales productos pero los compraban a precios subvencionados, a partir del primero de enero pagarán por ellos precios exhorbitantes cuando estén disponibles en el mercado.
Un jabón costará 20 veces más: más de 5 pesos cubanos (0,24 de dólar); un tubo de pasta de diente que valía 60 centavos valdrá 8 pesos (0,32 de dólar), y un litro de detergente por el que se pagaba hasta ahora 3,60 costará 25 pesos (1 dólar), cuando el salario promedio en la isla apenas llega a 20 dólares mensuales.
La otra opción será comprar esos artículos en las tiendas que venden sólo en pesos cubanos convertibles, a los que no tienen acceso todos los cubanos, y a precios más elevados.
Según Magaly López, una jubilada de 69 años que limpia casas para compensar el poco dinero que recibe como pensión, dijo que “una gente pobre que gane un salario pequeño no puede pagar esos precios. No sé lo que harán”.
Los aumentos de precio, que no garantizan que aun teniendo el dinero la población pueda adquirir productos que siguen siendo deficitarios en la isla, obedece a la nueva política del gobierno de no subsidiar más artículos y alimentos básicos, algo que hasta ahora era mostrado como uno de los logros de la Revolución.
La libreta de racionamiento fue creada en 1962 según dijo el gobierno cubano entonces para establecer una distribución igualitaria entre la población en tiempos de escasez, pero a pesar de que a fines de 1970 y en los años 80 hubo periodos de cierta bonanza económica en la isla, las autoridades nunca la suprimieron.
De acuerdo con Isabel López, una residente en La Habana de 44 años, “la libreta no da mucho, pero ofrece la seguridad de saber que al menos uno tiene garantizado parte de lo que necesita”.
La venta de alimentos racionados a precios moderados y en cantidades que sólo alcanzan para 10 días todavía incluye el arroz, algunos granos, grasas, azúcar, pastas, leche en polvo (sólo para los menores de 7 años), pollo y pescado, pero ya fueron excluidos la papa, los chícharos y los cigarrillos.
El ministro de economía cubano, Marino Murillo, recientemente confirmó que las intenciones son las de eliminar completamente la libreta, pero admitió que resulta “bastante complicado quitarla de golpe” por lo que lo irán haciendo de forma paulatina. De no ser así, podría haber un estallido social.
Las autoridades de la isla han dicho que los subsidios de productos básicos le cuestan al gobierno más de 1.000 millones de dólares al año, lo que es “insostenible” para una economía en bancarrota, y que además en los próximos meses verá en la calle sin empleo a medio millón de trabajadores estatales.