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Elecciones 2012

La campaña de 2012 progresa de forma similar a la de 2004 entre el presidente George W. Bush y el demócrata John Kerry.
La campaña de 2012 progresa de forma similar a la de 2004 entre el presidente George W. Bush y el demócrata John Kerry.
Se están ensuciando las cosas

No estamos viendo mucho del “cambio y la esperanza” de ninguno de los bandos en la campaña presidencial de Estados Unidos por estos días. En su mayor parte ha sido ataque, contra-ataque, preparar el siguiente golpe y esperar en guardia. A este ritmo hay que preguntarse cómo van a hacer las dos campañas para llegar en una sola pieza al día de la elección, el 6 de noviembre.

Parte del reciente tira y encoge más sucio más reciente tuvo como protagonista al siempre impredecible vicepresidente Joe Biden, advirtiendo a una audiencia en gran parte de color que una victoria republicana los pondría “de nuevo en cadenas”. El bando de Mitt Romney se aprovechó de eso para calificar el ataque de racista en insensible, mientras el vicepresidente insistía que él se refería a las promesas republicanas de “desencadenar” a Wall Street.

Poco después el propio Romney invitó al presidente Barack Obama a “llevar su campaña de división y furia y odio” de regreso a Chicago. Eso fue otra escalada en la retórica de la campaña que probablemente vino en respuesta, al menos en parte, a los anuncios negativos del equipo de Obama y de su aliados del super PAC (Comité de Acción Política por sus siglas en inglés) que han tenido cierto éxito en aumentar las opiniones negativas de Romney en los meses recientes.

Vean, muchas cosas como éstas alejan al público. Aquellos pocos votantes que todavía están indecisos generalmente no tratan de arbitrar sobre cuál de los bandos comenzó a lanzar el lodo. Usualmente solo quieren que se detengan y que ambos candidatos se enfoquen en los temas que les importan a ellos, como los empleos, el crecimiento económico y un mejor futuro para sus hijos.

La decisión sobre Ryan cambia la dirección del debate

A medida que sopesamos los pros y los contras de que Romney haya escogido al congresista Paul Ryan como su compañero de fórmula, hay pocas dudas de que su incorporación a la campaña ha cambiado el enfoque del debate electoral, al menos en el corto plazo.

La teoría del bando de Romney sobre el caso ha sido siempre el de presentar a su hombre como un experimentado hombre de negocios y político que sabe cómo arreglar la economía. Esto asume que el público ya ha sacado la conclusión de que Barack Obama es un presidente fracasado en base a su récord en la economía.

Cuando se lanza este argumento al núcleo de los conservadores, a los seguidores de Romney les gusta invocar la memoria de Jimmy Carter y su presidencia de un solo período. Pero se debe notar que Romney tiene poca necesidad de convencer a los republicanos incondicionales que Obama se debe ir. Ya están unidos –no porque estén enamorados de Mitt Romney como su candidato, sino porque realmente no les gusta el presidente ni sus políticas.

Cuando hay que convencer a los independientes, moderados o votantes bisagra, y aún a algunos de los que votaron por el presidente hace cuatro años, la campaña de Romney prefiere poner un tono sentido y lanzar algo parecido a lo siguiente: “Todos estábamos esperando algo mejor pero no funcionó, así que es tiempo de tratar con alguien más”.

Así que dado que las probabilidades de que Romney gane giran alrededor del historial de las políticas económicas del presidente, la pérdida de trabajos y el crecimiento de la economía, ahora los republicanos han añadido la dramática presencia de Paul Ryan a la mezcla. Ryan ha estado en la vanguardia de los inspirados esfuerzos de los conservadores y del Tea Party por reestructurar el apoyo que da el gobierno a los programas de bienestar social como el Medicare (un programa de salud para los de 65 años o más) y Medicaid (programa de salud para los pobres y los minusválidos).

Un cambio de énfasis

Poner a Ryan en la fórmula está, al menos en el corto plazo, cambiando el debate electoral de la persona que mejor puede revivir la economía y crear empleos a una conversación política más arriesgada y complicada (para los republicanos) sobre el futuro de los programas bandera como el Medicare. Un sondeo del grupo de opinión pública Kaiser al principio del año, por ejemplo, reveló que el 70 por ciento de los encuestados no querían ningún cambio en el Medicare. Algunos estrategas republicanos notables, incluyendo a Karl Rove en el Wall Street Journal, argumentan que el partido puede ganar el debate sobre el Medicare si consiguen que la gente se enfoque en la necesidad de hacer cambios a largo plazo de manera que el beneficio se proteja para las generaciones futuras.

Pero aún Rove reconoce que a algunos republicanos les preocupa que una pela ahora sobre el Medicare y otros programas donde los demócratas han tenido ventaja en el pasado los aleje del enfoque del argumento central para una presidencia de Romney –que él es el adecuado para restaurar la prosperidad económica y crear empleos–.

Además, hay protestas tras bambalinas de parte de congresistas republicanos que encaran elecciones complicadas este año y que no quieren estar asociados a un debate general sobre el futuro de los programas de beneficencia. Si uno está en un distrito en donde se compite con un oponente demócrata difícil, lo último que se quiere es que el Medicare se convierta en el tópico más importante del debate.

Al mismo tiempo, los republicanos creen que tienen un contraataque efectivo para revertir el Medicare. Están publicando avisos enfocados en los recortes que, según ellos, realizó Obama en el Medicare, que alcanzarían un total de 716 mil millones de dólares para ayudar al fondo de la ley de reforma de salud de 2010.

Los demócratas dicen que esa figura no representa algún recorte en beneficio de los adultos mayores, sino que es un intento de ralentizar el crecimiento del programa a través del tiempo, en un esfuerzo de mantenerlo viable por un lapso mayor. En el corto plazo, este contraataque podría ayudar a los republicanos a hacer menos claras las preguntas del Medicare.

Pero la pregunta es si esto tendrá un impacto de largo plazo y si está simplemente retrasando el daño de los ataques demócratas al Medicare, que se establecerá con el tiempo. Es muy temprano para decirlo.

Dilema de campaña: ¿Partidarios de base o votantes cambiantes?

Con nuestra política nacional crecientemente polarizada, hay menos y menos verdaderos independientes o votantes cambiantes en las elecciones presidenciales. Pese a que un tercio de los votantes se describen como independientes, las encuestas han mostrado que la mayoría se inclina hacia un partido o el otro cuando se acerca el momento de la elección. Eso significa que el espacio de verdaderos votantes cambiantes se está reduciendo, a pesar de que ambos partidos y los comités de acción política que son sus aliados pueden terminar gastando más de mil millones de dólares tratando de ganárselos.

En elecciones pasadas el voto indeciso a menudo rondaba el 10% o más en algunos casos. Este año los expertos han estimado el voto indeciso entre el 3 y el 7%. Con menos votantes abiertos a la persuasión en las semanas finales, ambos partidos se enfocarán en obtener al núcleo de sus partidarios comprometido en las encuestas, lo que a los estrategas políticos les gusta llamar “elección base”.

En ese sentido, la campaña de 2012 progresa de forma similar a la de 2004 entre el presidente George W. Bush y el demócrata John Kerry. Ese año, la campaña de Bush se enfocó en conseguir a los republicanos, con menos énfasis en ganar a los votantes cambiantes. La mayoría de la gente ya se había hecho su idea sobre el presidente Bush de todas maneras, así que los republicanos realmente empujaron su propio porcentaje de votantes de la tensa elección del 2000 entre Bush y Al Gore.

Este año, el presidente Obama tiene una alta orden en reencender el entusiasmo entre sus partidarios para una repetición de la fuerte asistencia demócrata que vimos en 2008, cuando uno de sus eslóganes de campaña era “Esperanza y cambio”. Los partidarios de Obama están dando particular atención a asegurarse de que los jóvenes, los hispanos y las mujeres solteras vuelvan a las urnas este año para mantener la gran ventaja del presidente en esos bloques de votantes.
Mitt Romney y Paul Ryan, una fórmula con ventajas y desventajas.
Mitt Romney y Paul Ryan, una fórmula con ventajas y desventajas.

Ryan aporta sangre joven, audacia y un porte atractivo y articulado como candidato republicano a la vicepresidencia.

A su modo, Mitt Romney se salió de los esquemas al escoger al Representante por Wisnconsin, Paul Ryan como candidato a vicepresidentey compañero en la fórmula republicana. Luego de tanto hablar sobre el senador de Ohio Rob Portman y el ex gobernador de Minnesota Tim Pawlenty, Romney decidió no comer helado de vainilla y en cambio escogió el “Rocky Road” (el camino empedrado), si comparamos escoger a un compañero de fórmula con escoger el sabor de un helado.

Ryan aporta sangre joven (tiene 42 años), audacia y un porte atractivo y articulado como candidato republicano a la vicepresidencia. Los conservadores se entusiasman porque a ellos les encanta la visión económica a largo plazo de Ryan, la cual busca atacar la deuda disminuyendo el tamaño del gobierno federal y recortando los impuestos para hacer crecer la economía, muy al estilo del modelo de Ronald Reagan en los años 80.

Aquellos conservadores que han dudado que Romney realmente sea uno de ellos, aplauden que haya escogido a Ryan en lugar de haberse decantado por otros que hubieran sido más difíciles de atacar para los demócratas. Puede que los conservadores nunca lleguen a amar a Mitt Romney, pero se pueden enamorar de Paul Ryan, aunque sólo sea el número dos en la fórmula.

Los pros y los contras de Ryan

Por un lado, Ryan va conseguir que los conservadores del partido republicano se emocionen más en este año de elecciones. Aunque en verdad no necesitan que se les empuje mucho, porque el tema unificador para los republicanos en las semanas finales de la campaña será derrotar a Barack Obama no importa cómo. Pero la incorporación de Ryan a la fórmula les da una excusa para emocionarse de verdad de la misma manera en que se sabe que lo hacen cuando un conservador de “sangre azul” –el color que identifica al partido—es parte del equipo, como fue Ronald Reagan en las elecciones de 1980.

A Ryan debería irle bien en el único debate vicepresidencial contra Joe Biden. Al menos no les van a rechinar los dientes como hace cuatro años cuando Sarah Palin debatió con Biden, preocupados porque Palin dijera algo equivocado que hundiera la campaña de John McCain. Esta vez la preocupación será de que Biden sea capaz de desencarnar los planes de Ryan de alterar dramáticamente el rol del gobierno en lo que se refiere a los programas de bienestar social como el Medicare, el programa de salud para los adultos mayores, y los programas que ayudan a los pobres como el Medicaid y los vales por comida.

En el corto plazo, la designación de Ryan parece sólida. Romney parece energizado por la presencia de Ryan en las giras proselitistas, aunque parece que en su mayor parte harán campaña por separado en las semanas antes de la venidera Convención Nacional Republicana que comienza el 27 de agosto en Tampa. Y en el contexto de que la elección de este año se convierte en una competencia para atraer el voto de las bases en cada partido, la designación de Ryan puede tener éxito con los republicanos que hasta ahora han sido fríos hacia Romney. Ryan también podría ayudar un poco con los conservadores sociales porque tiene un fuerte récord pro-vida en el Congreso, además una inspiradora historia de duro esfuerzo en la familia, en la que tuvo que sobreponerse a la muerte de su padre cuando tenía 16 años.

La adición de Ryan también pone al estado de Wisconsin en juego porque es uno de los estados “bisagra” en este año. Los demócratas han ganado Wisconsin en todas las elecciones desde 1988, si bien los triunfos en 2000 y 2004 fueron apretados. Algunos republicanos también tienen esperanza que el atractivo de Ryan se extienda a otros estados del medio-Oeste como Iowa y Michigan, pero eso todavía está por verse.

Los demócratas listos para golpear

Romney 2012
Romney 2012
Los demócratas tienen razones propias para estar contentos con la designación de Ryan. Los estrategas del partido creen que siendo Ryan el autor de dos planes de presupuesto en el Comité de Presupuesto de la Cámara de Representes les da suficiente munición para realizar ataques políticos en lo que queda de la campaña. Algunos demócratas estaban celebrando que la decisión de elegir a Ryan era la más arriesgada políticamente para Romney porque Ryan está cercanamente relacionado a los esfuerzos de la Casa de Representantes y del Tea Party por reestructurar completamente el papel de apoyo del gobierno para subsidiar la red de seguridad social dirigida a los pobres y los ancianos.

El presupuesto de Ryan transformaría el programa Medicare de ser un sistema de pago directo manejado por el gobierno a uno de vales. Los adultos mayores recibirían un pago del gobierno con el que podrían escoger de entre una variedad de planes de seguridad privada para cubrir sus necesidades de salud. Esto aplicaría a aquellos que ahora tienen 55 años o menos. Los que tienen 56 o más continuarían con el sistema actual.

De acuerdo a algunas estimaciones, el enorme fondo fiduciario que subsidia el programa Medicare se quedaría sin dinero en el año 2024, e incluso algunos demócratas reconocen la necesidad de hacer cambios al Medicare antes de que esto suceda. Pero el Medicare sigue siendo uno de los programas gubernamentales más populares, y la población de mayor edad se cuenta entre los votantes más leales, así que los ataques de los demócratas en contra de Ryan que buscan describirlo a él y a Romney como una amenaza al futuro del Medicare, podría rendir frutos si no es que los republicanos afinan su respuesta y sus contra-ataques.

En teoría, los intentos demócratas para definir a Ryan podrían tener impacto político en estados con mayor proporción de votantes mayores –como Iowa, Pennsylvania, Ohio y especialmente Florida—todos los cuales son estados clave en la elección de este año. Así que los demócratas sueñan aquí que Ryan se convierta en una apuesta divisiva y polarizadora que pueda poner en riesgo las posibilidades de Romney de ganar en algunos de los estados clave que absolutamente tiene que ganar para tener chance de derrotar al presidente Obama.

Otro punto en el que los demócratas pueden atacar son los impuestos. Ryan favorece una simplificación del código de impuestos que elimine la actual estructura y cree solo dos categorías de los que pagarían 10% en el extremo más bajo y el 25% para todos los demás, una idea que según los críticos favorecería a los que ganan mucho y que actualmente pagan una tasa mayor.

El impacto de Ryan en la campaña

No se equivoquen, la adición de Paul Ryan en la fórmula republicana hace más probable que el escenario de campaña en las semanas que faltan se amplíe a un debate más grande y más sustantivo sobre la dirección del país y el papel del gobierno central. Hasta ahora Romney estaba empecinado en hacer una campaña basada en la idea de que elección de este año era un referéndum solo sobre el presidente Obama y su manejo de la economía.

Hasta cierto punto, Romney y los republicanos estaban esperando repetir la campaña de Reagan de 1980 en contra del impopular presidente Jimmy Carter. Reagan coronó su único debate con Carter preguntando “¿estás mejor hoy que hace cuatro años?”.

Pero en los meses recientes la eficiente maquinaria de campaña de Obama ha sido capaz de desviar el foco hacia el récord de Romney en los negocios, su riqueza y lo que los demócratas aseguran que es una sensación de desconexión con el votante promedio. Las últimas encuestas publicadas poco antes del anuncio sobre Ryan mostraban a Romney detrás del presidente por 7 ó 9 puntos de diferencia, una señal de que los ataques demócratas provenientes tanto de la campaña de Obama como de los variados aliados conocidos como “super PACS” o comités de acción política, estaban haciendo mella en los índices de aprobación y en su estrategia.

La incorporación de Ryan en el tiquete republicano hace más probable que el debate gire en torno a las grandes ideas –el papel del gobierno, cómo salvar y transformar el popular programa Medicare, y lo más importante, en qué dirección quiere la gente que vaya el país por los próximos cuatro años.

¿Quieren seguir con el planteamiento de gran gobierno de Obama o arriesgarse a un enfoque parecido a los de Reagan y Bush donde se enfatiza el sector privado y se disminuye el rol del gobierno?

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