La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que unos 215 millones de niños ejercen trabajo infantil, lo que supone casi el 7% de todos los niños en el mundo. De esta cifra, 115 millones están involucrados en formas peligrosas de trabajo infantil, desde sectores como la agricultura, minería, construcción, industria manufacturera hasta los servicios.
Entre 2000 y 2008, el número de niños entre 5 y 14 años que realizan trabajos peligrosos se redujo un poco más de la mitad: de 111,3 millones a 53 millones. Sin embargo, los datos empeoran conforme se aumenta la edad, ya que casi la mitad de todos los niños entre 15 y 17 que están empleados, realiza trabajos calificados como peligrosos.
La peor parte se la lleva el continente Africano, donde se sitúa el mayor porcentaje de niños involucrados en trabajo peligroso, alcanzando el 15%.
“El trabajo infantil no sólo impide que los niños adquieran las calificaciones y educación necesarias para un futuro mejor, además perpetúa la pobreza y afecta las economías nacionales a través de pérdidas en la competitividad, productividad e ingreso potencial”, señala la OIT en un informe. “Retirar a los niños del trabajo infantil, ofrecer educación y asistencia a sus familias a través de la formación y oportunidades de empleo, contribuye de manera directa a crear trabajo decente para los adultos”.
Graves riesgos
“Es inaceptable escudarse en el crecimiento y el desarrollo económicos para adoptar una actitud complaciente o resignada frente al trabajo infantil, o para justificar la poca importancia que se concede a las vidas de los más vulnerables”, explica Juan Somavía director General de la Oficina Internacional del Trabajo con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil.
El análisis es menos alentador si se tiene en cuenta que estos datos sólo consideran el trabajo infantil calificado como ‘peligroso’, lo que restringe a aquellas labores que se realizan “en condiciones peligrosas o insalubres que podrían causar la muerte, lesiones o/y enfermedades de los niños como consecuencia de normas deficientes en cuanto al nivel de seguridad y salud y de los acuerdos laborales”, según define la OIT.
La mayor parte del trabajo infantil se desempeña en granjas y plantaciones, con largas jornadas que requieren de un gran esfuerzo físico y una severa exposición a los pesticidas, y químicos con los que rocían las plantaciones. La concentración más alta de trabajo infantil peligroso se encuentra en la agricultura, con un 59%.
Seguido, con 30% de los niños trabajadores se encuentra el sector de los servicios, principalmente el de trabajo doméstico y otros callejeros.
Por último, el 11% de los niños que realizan formas peligrosas de trabajo lo hacen en la industria; pequeños talleres, minería y construcción. Cerca de un millón de niños trabajan en minas, y este número está en aumento.
El Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil de la OIT (IPEC) busca “romper la cadena de contratación y reintegrar los niños a sus familiar y a la escuela”.
La comunidad internacional y los Estados miembros de la OIT establecieron el objetivo de eliminar las peores formas de trabajo infantil para 2016. Con este fin, se instauró el Día Mundial contra el Trabajo Infantil cada 12 de junio, para promover la concienciación y la acción para hace frente al trabajo infantil.