Eduard Moronha tiene hoy 16 años. Si cotizara a la seguridad social de Perú, tendría a su cuenta 11 años de vida laboral.
Lustrador de zapatos primero, vendedor de jugos después y artesano hoy en día, Eduard trabaja ayudando a su familia desde que tenía 5 años. Ahora “intento guardarme la plata para cosas de la escuela”. Está en cuarto curso de la secundaria y sólo le falta un año para terminar, el que recursó por problemas familiares.
Pero no termina ahí “voy a estudiar gastronomía. Estoy aprendiendo a cocinar y voy practicando cuando puedo, porque es algo que me gusta mucho y no veo como una obligación. Ya no pienso estudiar algo que me impongan como una obligación”, cuenta en una entrevista con la Voz de América.
“Había mucha necesidad en la familia; mis papás vivían separados y así le dábamos un aporte en la casa”. Él y sus 7 hermanos no dejaron de estudiar. Se levantaban temprano para lustrar los zapatos de los madrugadores y a las 10 iban al colegio hasta que salían de las clases y volvían a la calle a trabajar “en lo que se podía”.
Pero la noche es peligrosa. “Innumerables peligros que hay acá cuando eres niño te pueden ultrajar, robar, pegar, te puedes accidentar… hay una ley en la calle que cuando hay un lustrín en la zona en la que tu empiezas le tienes que pagar una cantidad de lo que ganas. Pero incluso los clientes, que piensan que como eres menor, se pueden aprovechar”, cuenta Moronha.
“Me da pena decirlo, pero la policía no hace nada cuando ven a niños lustrando y no debería ser algo normal ver a niños trabajando hasta altas horas de la noche en la calle. Deberían al menos cumplir su labor de cuidarlos y no permitir que abusen de ellos”, relata.
¿Ha habido alguna vez que haya hecho un trabajo malo para la salud?
Cuando era más niño, tenía un trabajo de cargar agua, no eran para mi soporte, me fregaba la espalda y me hacía daño, pero lo hacía con tal de no ver a mi familia así.
¿Alcanzaba con lo que ganabais?
El apoyo de mi mamá y el aporte que dábamos entre todos lo distribuíamos para el almuerzo y la escuela, lo primordial. Eso permitió que mi familia pudiera mejorar un poco.
En estos once años, ¿ha cambiado algo?
A diario se ven muchos chicos y chicas y adolescentes, que están trabajando para poder mantenerse. El gobierno dice que vela por su pueblo, pero no todos vemos a sentimos eso. Dónde está la protección que deberíamos tener cuando somos niños. Dicen que la escuela es gratuita y no es cierto. Nos exigen cortarnos el pelo y si no tenemos plata ni para comprarnos un zapato…
Es un tema de ver a los niños y qué está pasando, todo eso que se pide aturde al niño, y muchas veces deja de ir a la escuela por eso.
A veces siento que tanta inseguridad en las calles o en el colegio te aturden y quieres dejar de hacerlo todo. No hay becas, no se da la iniciativa para hacer cosas. Cuando acabas el colegio no tienes dinero, no tienes posibilidades para hacer nada.
¿Le ha pasado alguna vez?
Tengo que hacer lo imposible para poder pagar la mensualidad de la escuela y trato de hacerlo de forma sincera, limpia.
¿Es fácil desviarse hacia otro tipo de trabajos?
Otros se van por el camino de la droga o la prostitución para ganar dinero y eso es muy triste. Son pequeños, salen de sus casas y se meten con gente más grande que ellos, todo parte de un tema de falta de afecto en las familias.
¿Y ahora qué le espera?
He tenido una madre que ha sabido cuidarme y ha querido lo mejor para mí. Ahora estoy en un taller de video en el que yo participo como aprendiz, después yo seré ayudante. Es una experiencia muy linda aprender y luego transmitir.