El gobierno sirio anunció que la amenaza de un levantamiento de siete semanas contra el presidente Bashar al-Assad estaba disminuyendo, pese a que los bombardeos en Homs continúan reprimiendo las protestas.
Las fuerzas de seguridad estrecharon su control sobre los principales focos de las protestas. "Espero que estemos presenciando el final de la historia", dijo la asesora presidencial Bouthaina Shaaban a un corresponsal de The New York Times. "Creo que ahora hemos pasado el momento más peligroso", agregó.
Sin embargo, numerosos activistas proderechos humanos, como Najati Tayara, describieron que las explosiones estremecen todavía la ciudad de Homs mientras las fuerzas de seguridad avanzaban por diferentes barrios.
Grupos de derechos humanos dicen que más de 630 civiles han muerto y por lo menos 9.000 han sido detenidos desde que comenzaron, en marzo, las manifestaciones para exigir la renuncia del presidente Bashar al-Assad.
Anclado en el poder
Assad, quien ha mantenido el gobierno autoritario del Partido Baath de Siria desde que heredó el poder de su padre en el 2000, respondió inicialmente con vagas promesas de reforma política ante los disturbios en marzo, pero recurrió hace dos semanas al Ejército para aplastar la disidencia.
"La opción militar ha funcionado," dijo un activista de Damasco, que pidió no ser identificado por razones de seguridad. "De una forma o de otra las cosas están decididas ya. Hemos perdido una oportunidad dorada y poco común para hacer algo". "Las protestas continuarán, pero no ganarán en popularidad", apuntó, según informa Reuters.
El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, exhortó al presidente Assad a que detenga los arrestos masivos y que preste atención a los llamados a reformas.