Integrantes del Congreso y de las organizaciones de Derechos Humanos alertaron que la guerra contra el narcotráfico ha generado un número creciente de ataques contra comunicadores.
Consideraron lamentable que la organización Campaña Emblema de Prensa haya concluido que ejercer el periodismo en México es tan peligroso como en Pakistán y aún más riesgoso que en Afganistán.
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Y es que según las cifras de la organización, en el año que está por concluir 105 reporteros fueron asesinados en 33 países del mundo. México y Pakistán están en el primer lugar, con 14 asesinatos cada uno.
Indica que mientras los ataques contra la prensa, ocurridos en Pakistán, se derivan del enfrentamiento con Afganistán, las agresiones en México son consecuencia de la violencia ejercida por el crimen organizado.
El senador Felipe González, presidente de la Comisión de Seguridad Pública dijo que este informe deja mal parado a México
Consideró que el problema no es de leyes, sino de la ausencia de un protocolo de seguridad para los periodistas y estimó que estas cifras no deben tomarse a la ligera, pues además de que la muerte de una persona es de por sí condenable, se suma el hecho de que los narcotraficantes pretenden amordazar a la prensa, poniendo en riesgo la libertad de expresión.
“Es una pena, duele que nos digan eso, pero debemos de tomarlo en consideración y detener ese fenómeno, en eso nos va muchas cosas a todos los mexicanos” dijo el senador González.
En su momento la Comisión Nacional de Derechos Humanos reveló que tiene registro de 66 homicidios de periodistas, 12 desapariciones y 18 atentados a medios de comunicación en México, del 2005 hasta noviembre del 2010.
El ombudsman nacional, Raúl Plascencia, señaló que la impunidad es el mayor atentado contra la libertad de expresión, y es que sólo el 10% de los casos han obtenido sentencia condenatoria.
Hace unos días, el presidente de México, Felipe Calderón, señaló que los ataques contra los periodistas son una razón más para seguir adelante en la lucha contra el narcotráfico
Lo cierto es que la mayoría de los crímenes en contra de comunicadores siguen sin castigo.
