“Es muy difícil escribir sobre la censura cuando constantemente te autocensuras”, escribe Sofía Lucía Barres-Isaac, estudiante de Periodismo en Caracas, Venezuela.
Del despertar de los jóvenes nacen los cambios, las protestas y las revueltas que en ocasiones se convierten en revoluciones. De los jóvenes se espera que promuevan las mejoras, que impulsen el avance, que sean la fuerza que mueve al país. En definitiva, que sean quienes construyen el futuro ideal que todos quieren ver.
Las distintas generaciones han atravesado por esa fase en la que se ostentan el poder y las capacidades para luchar por las creencias, en la que los mayores califican a los jóvenes de idealistas, o en el peor de los casos, de ilusos. Aunque en el fondo, lo que empuja a los jóvenes sea la experiencia vivida de los mayores.
Así lo expresa Jorge Lavalle desde México: “Tenemos la obligación de estar capacitados para enfrentar los retos de un mundo cambiante, de tener la inteligencia para no repetir los errores de nuestros mayores, de tener ganas de hacer la diferencia y voluntad para levantar la voz. Para esto tenemos un canal de posibilidades infinitas que las generaciones anteriores no tuvieron, me refiero por supuesto a Internet”.
Pero en otras partes del mundo, en lugar de eso ocurre que, “desde pequeño acá te enseñan en casa sobre lo que no se debe decir, en orden de no exponerte a la inseguridad (robos, secuestros y otros). Esto es peor que la autocensura, es una castración de la posibilidad de comunicar hasta la alegría que te puede provocar, por ejemplo, un viaje, un vehículo nuevo o cualquier logro material”, señala Sofía desde Venezuela.
Los jóvenes e Internet
Como señala Jorge, tomemos como ejemplo las revoluciones en el norte de África y Oriente Medio, donde las redes sociales e Internet en general han demostrado la que el individualismo de las sociedades actuales no ha sido capaz de destruir los nexos entre las personas en momentos en los que la sociedad clama unión.
De Internet, los jóvenes saltaron a la vida real, ya organizados y con las ideas bien claras, bajo una red que no permite (en la mayoría de las ocasiones la censura).
Numerosos países han bloqueado esta poderosa fuerza motora que supone Internet, y una vez en la calle los jóvenes deben enfrentarse a muchos otros tipos de censura. “Según cifras confiables del sector asegurador, en 2010 hubo más de 17.000 homicidios en todo el país, unos 5.000 en el área metropolitana de Caracas. En Venezuela, la vida de los jóvenes está marcada por una pistola, detrás o delante de ella”, apunta Sofía.
De la presión al 'todo vale'
Ferrán Masip-Valls es un español afincado en Nueva York, desde donde propone un divertido ejercicio. “Pongamos por ejemplo una escena cualquiera. Si mañana tomo el metro, y entra en él un tipo de dos metros y medio vestido tan solo con un tutú rosa y con la cabeza cubierta de flores, los ocupantes del metro le prestarán atención una media de unos cinco a diez segundos. Después de eso, nadie más se percatará de su presencia. Yo mismo le ignoraría”.
“Nunca he visto tal extremo de, por llamarlo de algún modo, “libertad de expresión”.
Pero eso también, y es importante remarcarlo, creo que es fruto de un marcado individualismo y un ‘a mí me da igual que te mueras’ hacia el otro, en esta ciudad. Es una ciudad de paso, una ciudad que acumula soledades. Y eso lo permite a uno ser lo que quiera, y hacer lo que quiera”.
“Puede que la gente no mirara con malicia al tipo de dos metros y medio en tutú, pero considerará que una pareja de veinticinco años en el metro besándose apasionadamente está haciendo algo ‘malo’, algo ‘incorrecto’, ya que ese no es ‘ni el modo ni el lugar’. Por ello, más bien diría que esta ciudad, y este país (Estados Unidos), tiene sus propias normas (…), aceptemos que en ese sentido no es el ‘país de la libertad (de expresión)’”, concluye Ferrán.
“Hoy en día, los jóvenes somos mayoría en el planeta, en nuestras manos está el futuro de las civilizaciones”, recuerda Jorge. Pero esta revolución va a empezar coja, ya que como señala Sofía, no todos los jóvenes tienen la misma voz: “Nos autocensuramos para sobrevivir. Por inercia. La teoría de la evolución de Darwin deberá incluir una Coda que reseñe la lucha por la supervivencia en el siglo XXI”.
Los tres entrevistados colaboran con el blog ‘Comité de Estudiantes’, de la Voz de América. Si eres estudiante y estás interesado en participar, escríbenos a editor@voanews.com