La muerte del clérigo radical islámico Anwar al-Awlaki, jefe de operaciones externas de al-Qaeda en Yemen, es una muestra fehaciente de la crisis por la que atraviesa la red terrorista luego de la caída el pasado 2 de mayo de su principal cabecilla, Osama bin Laden, en Abbottabad, Pakistán.
Desde entonces hasta la fecha, en sólo cinco meses, Al Qaeda ha perdido a cuatro de sus jefes operativos, el último de ellos al-Awlaki, abatido por un avión estadounidense no tripulado artillado con misiles Hellfire, en una operación relámpago que demuestra cuán a la defensiva está la red.
El primero en ser puesto fuera de combate en una zona tribal de Pakistán fue Atiyah Abd al-Rahman, de origen libio, ascendido a la posición número dos dentro del grupo terrorista luego de la muerte de bin Laden y considerado segundo al mando de al Qaeda a cargo de las operaciones de la red.
Luego, a principios del mes pasado, los servicios de inteligencia paquistaníes informaron de la captura de Yunis al Mauritani, identificado como responsable de las operaciones internacionales de la red y a quien bin Laden había dado órdenes directas para atentar contra objetivos estadounidenses y occidentales.
El tercero en caer, también fulminado por un avión Pedrator de la CIA, a mediados del mes último, fue Abu Hafs al Shahri, jefe de operaciones de al Qaeda dentro de Pakistán, encargado además de coordinar acciones terroristas con los talibanes afganos.
La muerte ahora del clérigo al-Awlaki fue calificada por el propio presidente de EE.UU., Barack Obama, como un “importante revés” para uno de los grupos más activos de la red terrorista, el de Yemen, país señalado como refugio de las células más peligrosas de al-Qaeda.
Hace apenas dos semanas, el director de la CIA, David Petraeus, dijo en una audiencia en el Congreso en Washington, que luego de los ataques del 11 de septiembre de 2011, la rama de al-Qaeda de la Península Arábiga, basada en Yemen, se había convertido “en el centro regional más peligroso de la yihad (guerra santa) global”.
Antes de que el egipcio Anwar al-Zawahiri se quedara encabezando al-Qaeda, el imán al-Awlaki figuró entre los mencionados para suceder a bin Laden, y su muerte pone fin a una persecución que había sido infructuosa durante los últimos dos años.
Muy activo además en las redes sociales y en general en Internet, donde increpaba a los musulmanes a librar una despiadada guerra santa contra Occidente, al-Awlaki había escapado el año pasado de un cerco que le tendieron comandos en el sur de Yemen, y luego hace cuatro meses, cuando en compañía de varios de sus hombres viajaba por el desierto e inesperadamente pudo evadir los disparos de otro Pedrator.
Funcionarios estadounidenses dijeron que en el exitoso ataque de ahora también habría muerto Samir Khan, un ciudadano estadounidense de origen paquistaní editor de Inspire, la publicación electrónica de al-Qaeda en inglés, y quien el año pasado dijo estar “orgulloso de ser un traidor a Estados Unidos”.
La muerte de al-Awlaki envía una clara señal de que tras ser eliminado bin Laden , al-Qaeda encara una ola de reveses demoledores. A los cabecillas de la red les resulta ahora sin duda más difícil llevar a cabo ataques terroristas cuando de lo que se trata es de poner a salvo el pellejo. Ninguno de ellos sabe quién será el próximo en caer abatido por un misil.