Albert Einstein tenía razón.
La Agencia Espacial de Estados Unidos (NASA) publicó datos esta semana obtenidos gracias a su nave espacial Gravity Probe B, cuya misión principal mientras estuvo en la órbita de la Tierra fue poner a prueba la teoría de la relatividad de Einstein en 1916.
Si bien el experimento cambió en las últimas décadas y tuvo percances, los resultados confirman el trabajo de Einstein sobre las leyes físicas del universo.
Fue en 1959 que un científico de la Universidad de Stanford propuso por primera vez poner a prueba la teoría de Einstein, girando giroscopios en el espacio. Criticado por los retrasos de lanzamiento, los problemas presupuestarios, datos erróneos y varias investigaciones federales, la nave Gravity Probe B fue finalmente aprobada y el experimento se inició en 1984.
Dos teorías de Einstein fueron puestas a prueba. La primera, explica el investigador principal y profesor de la Universidad de Stanford Francis Everitt, es el “efecto geodésico”.
“En el universo de Einstein, espacio y tiempo son deformados por la gravedad. Y lo que sucede es que la Tierra distorsiona el espacio alrededor de ella un poco debido a la gravedad. Es de 2,75 centímetros cada 40.000 kilómetros, de modo que es bien modesta esa distorsión”.
La segunda de las teorías puesta a prueba es el “arrastre de marcos”, esto es, la tendencia de un objeto que gira de sacar el tejido del espacio y tiempo a medida que gira, un fenómeno que Everitt asemeja a la Tierra sumergida en un mar de miel.
“Uno puede imaginar que la miel se arrastraría con ella, por lo tanto, tu puntero en la miel se arrastraría alrededor, y eso es lo que sucede con un giroscopio. La Tierra, de hecho, arrastra el espacio y el tiempo con ella”.
Gravity Probe B utilizó varias tecnologías de última generación que no existían cuando el grupo de Stanford concibió por primera vez sus experimentos con la gravedad. Entre ellos, según Everitt, contó con cuatro giroscopios de precisión un millón de veces más sensibles que los que estaban disponibles en los 60.
“Las esferas del tamaño de una pelota de ping-pong van en una cápsula de cuarzo. Las suspendemos eléctricamente. Las hacemos girar con gas. Y logramos que giren a 5.000 revoluciones por minuto, sacamos el gas para obtener un vacío muy alto y así logramos tener un giroscopio”.
Una vez en órbita, los giroscopios fueron diseñados para mantener a Gravity Probe B perfectamente alineada con una distante estrella de referencia. En concordancia con la teoría de Einstein, los giroscopios experimentaron cambios mínimos pero medibles en la dirección de sus giros a medida que eran arrastrados por la gravedad de la Tierra.
Con los años, los conocimientos adquiridos a partir de Gravity Probe B han generado una ola de nuevas tecnologías, incluyendo el Sistema de Posicionamiento Global o GPS, una red de satélites que orbitan la Tierra y se han convertido en herramientas esenciales de navegación precisa sobre tierra y mar.
El ex gerente de la NASA Rex Geveden dice que a pesar de las probabilidades de que la misión no diera resultado, su éxito es un triunfo del espíritu humano y del intelecto. “Es un recordatorio de la clase de grandeza que los humanos pueden llegar a alcanzar cuando ponen sus corazones y mentes en un objetivo como este”.
Albert Einsiten, quien murió en 1955, nunca soñó que su teoría de la relatividad sería puesta a prueba. En su libro “El significado de la relatividad”, el famoso físico escribió que no era posible pensar en formas de confirmar sus teorías con experimentos de laboratorio.
“Gracias a la NASA hemos hecho más que pensar en formas de confirmar las teorías. Las hemos medido”, dijo Francis Everitt, investigador de Gravity Probe B.
Los resultados serán publicados en el próximo numero de la revista Physical Review Letters.