Los procesos electorales de diciembre en Venezuela reflejan que el gobierno en disputa de Nicolás Maduro ya no arrastra tanta gente como en sus momentos cumbre y que la oposición apenas cumplió con aliviar la noción de su inacción, opinan expertos en ciencias políticas.
La participación de los votantes en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, impulsadas por el madurismo, fue de apenas 29,5 por ciento. En el caso de la consulta popular convocada por la oposición, solo 30 por ciento de los votantes habilitados para involucrarse en ella decidió opinar.
Esos niveles de involucramiento en la política, a pesar de que el país atraviesa una notoria crisis económica, social, de salud y de servicios públicos, se antojan como puntos clave de cara a la resolución de los conflictos el próximo año.
María del Pilar García Guadilla, docente e investigadora de las ciencias políticas de la Universidad Simón Bolívar de Venezuela, considera que las parlamentarias mostraron el desencanto ciudadano con la política y sus líderes.
“Las elecciones pusieron al desnudo la desconfianza, desesperanza, frustración y cansancio de la población en el sistema político y en los políticos”, examina en entrevista con la Voz de América a propósito de la votación del 6 de diciembre, en la que no participaron 37 partidos por considerarla un fraude.
Las razones de ese desencanto que se expresa en el rechazo hacia los políticos, sean de los partidos del gobierno o de las diferentes oposiciones, son su falta de receptividad hacia las necesidades más urgentes de la población y su “incapacidad” para atender la grave crisis humanitaria compleja, advierte.
Subraya que 70 por ciento de la población decidió ese domingo atender sus propios problemas familiares y comunitarios que ir a las urnas de votación.
“También se demostró que el Partido Socialista Unido de Venezuela (presidido por Maduro) ya no arrastra tanta gente como en el pasado, y que ni la promesa de comida, ni la amenaza de perder el trabajo en el caso de los empleados públicos, o de perder los beneficios de la tan necesitada bolsa de comida CLAP, lograron movilizar y aumentar la votación electoral del gobierno”, destaca.
García Guadilla precisa que el nivel de participación de esas legislativas fue, incluso, 11 puntos menor al reportado oficialmente en la polémica elección de la Asamblea Nacional Constituyente, considerada como ilegítima por la oposición.
La crisis política en Venezuela, considera, es “grave” y está signada por una profunda división de los partidos y sus líderes en cuanto a la ruta y la agenda a seguir. La respuesta del ciudadano ante ello, añade, fue el “desconcierto”.
Demostración "relativa"
La oposición contestó, al día siguiente de las parlamentarias, con el inicio de un proceso de consulta dentro y fuera del país, así como por vía digital, sobre las elecciones del 6 de diciembre, la permanencia de Maduro y la solicitud de ayuda a la comunidad internacional para rescatar la democracia en Venezuela.
Según sus organizadores, 6,4 millones de personas expresaron su opinión. Sus objetivos se cumplieron, dijo tras su culminación el presidente interino Juan Guaidó, quien en enero de 2019 juró como tal bajo el alegato de que Maduro usurpaba la presidencia tras reelegirse en unas elecciones ilegítimas, en 2018.
Guillermo Tell Aveledo, doctor en ciencias políticas de la Universidad Central de Venezuela, cree que la consulta es “una relativa muestra” de organización local y “alivia parcialmente la percepción de inacción” del gobierno interino.
Guaidó prometió al juramentarse cumplir con tres objetivos esenciales: el cese de la “usurpación” de Maduro; la instalación de un gobierno de transición; y la realización de elecciones presidenciales libres y justas. No ha logrado ninguno.
“En unos pocos miles de centros, con un activismo liderado por los parlamentarios en el país, se habrían movilizado internamente alrededor de cuatro millones de personas”, estima Tell Aveledo.
La cifra, remarca, debe interpretarse en un contexto de pandemia, sin movilización social previa y con alternativas de poder opinar digitalmente.
Destaca que, más allá de su eficacia política, la consulta dejó un nivel de participación esperado. “Asumiendo las cifras como correctas, se trata de alrededor de 30 por ciento del padrón electoral, y mucho de este fuera del espacio efectivo del votante. Es una expresión simbólica notable”, alega.
Se trata de un “capital político” que la oposición tendrá en sus discusiones internas, “con importantes limitaciones prácticas”, observa Tell Aveledo.
El analista valora que la consulta será un factor que la comunidad internacional considerará al momento de sopesar su reconocimiento de la Asamblea Nacional electa en 2015, en detrimento de la escogida este mes.
“El 12 de diciembre y los días anteriores de la consulta no afectan el criterio de las democracias globales en torno a la ilegalidad de las elecciones del 6D, pero el punto de partida de la consideración de esas cancillerías en torno al liderazgo opositor seguirá, por un tiempo al menos, en la figura del presidente Guaidó”, aduce.
Estados Unidos, el principal valedor del gobierno interino, aplaudió la consulta popular opositora como un proyecto “audaz” que habría demostrado “claramente” la voluntad del pueblo venezolano, según un comunicado de su secretario de Estado, Mike Pompeo. La llamó, incluso, “referendo del pueblo”.
Pompeo valoró el proceso de movilización opositora como “un mandato claro” de que el gobierno provisional, hoy liderado por Guaidó, debe seguir luchando por el retorno de la democracia a Venezuela.