La historia reciente de Daniel Eduardo Archer, un joven venezolano de 26 años que llegó al grado de primer teniente en el ejército de Venezuela y hasta comandó una compañía de infantería en el estado de Amazonas, resume lo que ha sido el destino, -o el camino-, de cientos de sus colegas.
"Muchos militares hemos decidido colocarnos del lado correcto de la historia y de la Constitución", dijo Archer a la Voz de América, durante una entrevista desde su exilio en Cúcuta, Colombia.
"Acudimos al llamado (de Juan Guaidó) y aquí estamos. Somos su Fuerza Armada y cuando -Dios mediante- las cosas cambien en Venezuela, nosotros seremos los responsables, los que vamos a reconstruir, vamos a revalorizar las Fuerzas Armadas", afirmó tajante.
Testimonios similares compartieron con la VOA otros exoficiales venezolanos que viven en Colombia, y son parte del grupo que integran unos 1.400 que salieron del país ante el llamado del presidente encargado, Juan Guaidó, a partir del 23 de febrero pasado. La mayoría respalda su hoja de ruta para sacar del poder al presidente en disputa Nicolás Maduro.
Archer y los protagonistas de este reportaje llegaron a Colombia cruzando trochas y huyendo de los colectivos, conocidos grupos armados que defienden la posición del gobierno en disputa. Muchos de los militares dejaron atrás a padres, hijos, esposas y amigos, con la esperanza de retornar un día para integrar las fuerzas armadas que alguna vez tuvo, -dicen-, Venezuela.
Otros fueron a parar a países como Brasil, Ecuador y Perú, que también sirven de refugio a oficiales que dejaron Venezuela con similiar propósito, o simplemente huyendo de la crisis severa.
Representan con su apoyo a Guaidó uno de los anhelos incumplidos del líder opositor, que ha buscado sin éxito, hasta ahora, el respaldo masivo de los militares para sacar al país de la peor crisis en todos los órdenes que recuerde en su historia.
"El 23 de febrero, cuando oí el llamado del presidente interino Juan Guiadó (...) se me metió algo aquí en el corazón (...) Yo tengo que ir", narró a la VOA el también militar venezolano exiliado en Colombia, Héctor Sarmiento.
El futuro del país fue uno de los móviles. "Había dejado mis esperanzas en el 2013 por allá, y ¡no! yo dije voy a volver a la Guardia Nacional, o sea yo voy a atender ese llamado", recordó.
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Militares inconformes
Una cifra no determinada de militares venezolanos exiliados han dicho, -sin embargo-, que se sienten frustrados o no están conformes con el apoyo recibido de parte de Guaidó. Medios locales en Colombia y Venezuela han reportado las quejas por supuesto "abandono" de parte del gobierno encargado.
Los molestos dicen que no cuentan con condiciones dignas de vida y que están sujetos a amenazas, persecusiones y otras dificultades junto a las familias que los acompañan.
En una reciente entrevista con el medio venezolano Crónica.Uno, Guaidó afirmó que los exoficiales exiliados están siendo asistidos con "varios mecanismos" establecidos por la Agencia para Refugiados de la ONU, ACNUR, la cancillería y el gobierno de Colombia y la ayuda de fundaciones. Respecto a los que se quejan de falta de atención, explicó que ocurrió "una situación puntual" con unos 104 militares refugiados que fueron removidos de un hotel en Cúcuta.
"Cada 15 días más o menos había un grupo que lo iban a desalojar y era por falta de pago, eso hay que reconocerlo. Gracias a las fundaciones se iba logrando la manutención", dijo Guaidó.
Los entrevistados de la VOA desestimaron las quejas de sus colegas, y dijeron que existe un grupo que está intentando desacreditar el proceso y la gestión de Guaidó.
Guaidó ha dicho que dentro del país existe "una ruptura en la cadena de mando" y que entre el 80 % y 85 % de la Fuerza Armada Nacional está a favor de un cambio. Cuestionado acerca de las razones por las cuales no se le han unido más militares, el presidente encargado indicó que es preciso dar más garantías y citó problemas para la comunicación.
"En dictadura no podemos invitar directamente a reunión a unos militares porque estarían presos, torturados o en el exilio. Ojalá nos pudiéramos sentar en una mesa con muchos de ellos para hablar de la transición y crear posturas conjuntas, sin ser acusados de traidores a la patria", argumentó.
La crisis en Venezuela se agudizó en enero de este año, cuando Maduro asumió su segundo mandato tras las elecciones de 2018 que fueron vistas como fraudulentas. Guaidó no tardó en reaccionar. Basado en la Constitución se proclamó presidente interino el 23 de enero, y un mes después llamó a los militares a ponerse "del lado correcto de la historia".
Hoy lo reconoce Estados Unidos y más de 50 naciones del mundo. Maduro es apoyado entre otros por los gobiernos de Rusia, China y Cuba, pero de su lado tiene el alto mando militar que cerró filas con él.
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Las esperanzas y el desenlace del 30 de abril
Archer, quien había escapado a Colombia mientras estaba bajo medida cautelar, en prisión domiciliaria, decidió tras el llamado Guaidó dejar todo en el departamento de Bolívar en Colombia, a donde había llegado para unirse a los militares acogidos en la frontera.
"Este proceso nos ha dado muchas esperanzas a los venezolanos (...) muchos tienen fe y les digo que no pierdan la calma, la paciencia y la esperanza de que un día volveremos a nuestro país y lo recuperaremos", expresó.
Víctor Mérida, otro exmilitar del lado de Guaidó entrevistado por la VOA, ya estaba exiliado en Colombia, lejos de la frontera y sobreviviendo de oficios cuando supo del llamado. "Me sentí muy feliz (...) cuando llegué a Cúcuta me encontré con militares con los que tuve la oportunidad de trabajar y conocer en Venezuela", precisó. "Juan Guaidó es mi comandante en jefe porque él tomó las riendas", dijo Mérida a la VOA.
En la búsqueda de más apoyo militar, Guaidó convocó el 30 de abril un levantamiento que llamó "Operación Libertad". El suceso fue titular en el mundo pero no consiguió la salida de Maduro.
"Sabíamos que el arranque no iba a ser fácil, pero demostramos que hay soldados dispuestos a defender la Constitución, y quedan muchos más", dijo Guaidó entonces.
Pocos días después, a comienzos de mayo, Maduro expulsó al exjefe de la policía política, Manuel Figuera, y a otros 54 militares acusados de estar implicados en el alzamiento militar. La purga incluyó a cinco tenientes coroneles, cuatro mayores, cuatro capitanes, seis primeros tenientes y tenientes y 35 sargentos.
Pedro Mendoza, alias el Ruso, es otro oficial exiliado en Cúcuta que ganó el apodo porque estudió en Rusia la carrera militar. En conversación con la Voz de América , aseguró que muchos más están decepcionados y abundó en las razones por las que según él permanecen en los cuarteles.
"Algunos no saben cómo hacerlo (…) Los comandos están siendo vigilados, todos sus movimientos, sus conversaciones, sus llamadas telefónicas y apenas alguno intenta hacer algo fuera de la norma es detenido, investigado y torturado. Es por esto que no tienen el valor suficiente de dejar todo y pasar al lado correcto", dijo.
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Guaidó: "No puede ser eterna la espera"
Los cientos de militares exiliados en Colombia debieron renunciar a las armas y entregaron sus uniformes, como condición previa para recibir el refugio a través de ACNUR. Fueron incluso entrevistados por funcionarios de los servicios de seguridad e inteligencia del Ministerio del Interior colombiano.
"Volver a Venezuela es el anhelo de la mayoría", dice Mérida.
Ninguno de los cuatro entrevistados por la VOA aludieron a eventuales planes de intervención militar en Venezuela, como narró recientemente a Reuters un pequeño grupo que posó para las cámaras mientras sus miembros contaban cómo se preparan para regresar al país en son de guerra. Incluso dijeron que estaban dispuestos a aceptar ayuda financiera de gobiernos y particulares.
El director de fronteras del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, Víctor Bautista, dijo entonces a Reuters que cualquier grupo que tome las armas será considerado una organización paramilitar y las autoridades capturarán a sus integrantes: "Alguna actividad de tipo militar sería de total ilegalidad en nuestro territorio y las personas serían obviamente judicializadas".
La posibilidad de un alzamiento organizado desde Colombia quedó descartada incluso antes, cuando a mediados de mayo fue firmado un memorando de entendimiento entre Colombia y el gobierno encargado de Guaidó que deja bien establecidos los límites.
"Estas personas NO pueden ejercer funciones ni militares, ni policiales o de seguridad o defensa, no podrán portar sus armas ni llevar sus uniformes, y tras acogerse a los beneficios implementados por el gobierno de Colombia estos asumirán el estatus de civiles", dijo el texto suscrito, en el que ambas partes acordaron asistir y ofrecer todas las garantías legales a los militares y sus familiares exiliados en territorio colombiano.
Guaidó ha reiterado una y otra vez que la Fuerza Armada es determinante para poder avanzar en su agenda que incluye el cese de la "usurpación", el gobierno de transición y la convocatoria a elecciones libres.
A fines de abril, pareció advertir que el tiempo apremia, mientras sigue en pie su promesa de amnistía para los que decidan colocarse de su lado: "Es fundamental (el apoyo militar), pero los tiempos corren, no puede ser eterna la espera, tienen una oportunidad histórica de salir en hombros", dijo.
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(Este reportaje es el primero de una serie sobre los militares en Venezuela)