Las tropas rusas que llegaron a Venezuela en marzo ayudan al ejército del país latinoamericano a prepararse frente a las amenazas estadounidenses “de uso de fuerza”, declaró el embajador ruso en Venezuela, Vladimir Zaiomski, que no obstante defendió el “diálogo”.
“El gobierno venezolano está en estado de alarma desde principios de año, pues Estados Unidos continúa con sus amenazas de uso de fuerza contra Venezuela. En tales condiciones, deben estar seguros de que las armas que poseen están en estado de funcionamiento”, declaró en una entrevista a la AFP en Moscú.
“Nuestros especialistas están allí para formar a nuestros colegas venezolanos a mantener su material militar disponible y, al mismo tiempo, les enseñan la mejor manera de utilizarlo”, agregó Zaiomski, precisando que los militares se encuentran en Venezuela en virtud de un acuerdo firmado en 2001.
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Rusia, aliada del presidente en disputa venezolano Nicolás Maduro, envió en marzo a un centenar de soldados al país sudamericano, que enfrenta una importante crisis política desde que el presidente del Parlamento, Juan Guaidó, se autoproclamó presidente interino del país. En la actualidad, lo reconocen una cincuentena de países, incluido Estados Unidos.
Esta crisis provocó una nueva confrontación entre Moscú y Washington, que se acusan mutuamente de desestabilizar Venezuela. El presidente estadounidense, Donald Trump, instó a Rusia a abandonar el país, mientras que Moscú acusó a Washington de querer llevar a cabo un golpe de Estado en detrimento del derecho internacional.
“Estamos en contra de cualquier intento de injerencia”, reiteró el embajador ruso, en el cargo desde 2009 en el país sudamericano. “La salida de la crisis se encuentra en la vía del diálogo y la búsqueda del compromiso”, apuntó.
“En la actualidad, ese diálogo, que debería ser sistemático, no existe”, añadió, y responsabilizó de ello a Juan Guaidó y a la oposición, “influidos por los radicales y los marginales”.
Asimismo, elogió la mediación emprendida por Noruega, adonde representantes del gobierno de Nicolás Maduro y de la oposición venezolana iniciaron un tímido diálogo la semana pasada. “Está muy bien que esos diálogos tengan lugar”, declaró, y afirmó esperar que “esas reuniones continúen”.
“Ningún contacto” con Maduro
Desde enero, Juan Guaidó trata de expulsar a Nicolás Maduro del gobierno, tildándolo de “ursurpador” a causa de unas elecciones presidenciales “fraudulentas” celebradas el año pasado, que permitieron al jefe del Estado mantenerse en el poder.
Preguntado sobre las posibilidades de Rusia y Estados Unidos de hallar una salida a la crisis venezolana, Vladimir Zaiomski consideró que “no les corresponde a Estados Unidos y Rusia entenderse”.
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“[Esto le corresponde] a los chavistas y a la oposición, porque es una crisis venezolana y solo los venezolanos pueden encontrar la solución”, apostilló.
Vladimir Zaiomski negó que Rusia haya jugado ningún papel para mantener a Nicolás Maduro en el poder durante el intento de levantamiento del 30 de abril de Juan Guaidó. Según el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, el presidente venezolano estaba dispuesto a abandonar el país ese día, pero Moscú se lo impidió.
“No hubo ningún contacto” entre Rusia y Venezuela, declaró el embajador ruso, denunciando una “nueva mentira”.
“Al parecer, nuestros colegas estadounidenses pensaban que sus esfuerzos para derrocar al poder de Venezuela se coronaría con éxito rápidamente. El tiempo muestra […] que esas esperanzas no tenían ningún fundamento serio. Pero, parece ser, esa falta de resultado causó irritación y ahora empiezan a buscar culpables”, declaró el embajador.
La crisis venezolana solo es uno de los numerosos puntos de disputa entre Moscú y Washington. El tema fue abordado por Mike Pompeo y el presidente ruso, Vladimir Putin, durante su reunión en Sochi (Rusia) el 14 de mayo, sin que se produjeran avances destacables.
Ambos países, sumidos en una profunda crisis diplomática, también están enfrentados en otros asuntos internacionales como la política nuclear iraní, la guerra en Siria o las acusaciones de injerencia rusa en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016.