El papa Francisco cierra este miércoles su visita a México en Ciudad Juárez, fronteriza con El Paso, Texas, donde oficiará una misa que puede atraer a unos 200.000 personas.
El papa también tiene previsto un encuentro con jornaleros mexicanos en el estado de Chihuahua y una visita a la prisión de la ciudad, solo días después de que un motín en otro penal matara a 49 presos.
Juárez estaba considerada hasta hace poco como la capital mundial del asesinato, ya que la guerra entre cárteles del narcotráfico elevó la tasa de homicidio a 230 por cada 100.000 habitantes en 2010.
La ciudad fue también escenario de una epidemia de asesinatos de mujeres, muchas de ellas trabajadoras pobres de fábricas que simplemente desaparecían.
Hoy en día, la ciudad está en proceso de recuperación.La tasa de homicidios ha bajado considerablemente, acercándose al promedio nacional; muchos negocios que cerraron durante los años más oscuros de Juárez han reabierto; los turistas vuelven a cruzar desde Estados Unidos para comprar y cenar; y la gente dice que ya no tiene que marcharse pronto de las fiestas para evitar las calles después del anochecer.
El martes en Michoacán el papa urgió a los jóvenes a “atreverse a soñar” en una vida libre de crimen y violencia y los llamó “la riqueza de esta tierra”. Ese mensaje puede tener cabida en Juárez.
Los últimos actos de Francisco cierran una atareada visita de cinco días que se centró en las injusticias que afrontan los más pobres, oprimidos y vulnerables en México ante la violencia instigada por las drogas.
El pontífice intentó ofrecer consuelo al tiempo que reclamaba a los líderes políticos y religiosos que no han cumplido con su pueblo.