Duras jornadas a mucha profundidad bajo tierra, olor a minerales y mucho esfuerzo físico, pero sin inseguridad. Es la nueva propuesta turística de Chile, que ofrece a sus visitantes la posibilidad de experimentar qué sienten los mineros en la profundidad de la tierra.
Una atracción ofrece a los turistas la oportunidad de vivir cómo se trabajaba en la oscuridad del Chiflón del Diablo.
En Lota –una ciudad de unos 50.000 habitantes al borde del mar–, los mineros extrajeron carbón desde 1884 hasta 1997, cuando el gobierno clausuró los yacimientos que ya no eran rentables.
A la entrada, Roberto Rojas, minero retirado, equipa a los turistas con un casco y una batería ligada a un cinturón que permite alimentar la linterna.
En una cápsula metálica y en grupos de cinco, los visitantes descienden durante un minuto en completa oscuridad hasta unos 50 metros de profundidad, donde el ambiente se torna frío y húmedo.
Este homenaje recrea el rescate en octubre pasado de los 33 mineros del norte de Chile, que se hizo a través de una cápsula en la cual, uno a uno, fueron izados desde una profundidad de 600 metros.
La galería está plagada de detalles, como el de una jaula oxidada rememorando el empleo de pajaritos que servían para detectar si había grisú (gas metano).
Rojas explica que los hijos de los mineros entraban a trabajar cuando cumplían ocho años, y que los amarraban con cuerdas a las galerías para que se acostumbraran a la oscuridad y no escaparan hacia la superficie. "Quien entraba a la mina aprendía a amarla", dice.
El año pasado 33 mujeres (emulando a los 33 rescatados de Atacama) se encerraron seis días en el 'Chiflón' para pedir que se les alargaran unos contratos, y salieron sólo cuando el gobierno aceptó su petición.
Lota quedó con un triste récord: año a año es la ciudad de Chile con más desempleo: 17,4% en 2010. "Aun queda carbón para unos 500 años, y con las centrales termoeléctricas que están construyendo, quizás vuelvan a abrir las minas", dice otro ex minero.