La dictadura en Libia acabó desplomándose con la muerte de Moammar Gadhafi y el pueblo en Trípoli, Bengasi y otras ciudades sigue aún festejando el final de 42 años de despiadada opresión.
Al cabo de ocho meses de rebelión durante la que según algunos al menos murieron 30.000 personas, las autoridades del Consejo Nacional de Transición (CNT) están ahora frente a una tarea quizás mucho más crítica que la que les impuso la guerra.
Los esfuerzos por sacar al país del caos en que ha estado sumido, por dejar atrás décadas de atropellos, asesinatos políticos e injusticias, y sobre todo la misión de tratar de forjar un sistema democrático de gobierno en Libia se vislumbran como la labores más difíciles que encara en este momento el CNT.
Apenas 48 horas después de la muerte de Gadhafi, el primer ministro en funciones libio, Mahmud Jibril- quien ha dicho que renunciará al puesto tras la liberación—anunció la celebración de elecciones en un plazo de ocho meses para integrar un consejo nacional que se encargaría de la redacción de una Constitución –que el país no ha tenido-- y de organizar la formación de un gobierno provisional.
Jibril, quien habló este sábado en un foro a orillas del Mar Muerto, en Jordania, precisó que ese consejo tendría dos misiones: primero, la redacción de un borrador constitucional sobre el que se desarrollará un referéndum, y segundo, la formación de un gobierno interino que duraría hasta la celebración de las primeras elecciones presidenciales.
También se refirió a un asunto considerado por muchos prioritario: el desarme de los diferentes grupos rebeldes que ayudaron a derrocar a Gadhafi y que tienen en su poder todo el armamento que había en los arsenales del régimen. Muchos analistas han subrayado que los diversos grupos que integraron las filas de la insurrección deben ser desarmados o incorporados cuidadosamente a una fuerza armada nacional.
El hecho es que muchos albergan dudas sobre el origen de algunos de esos grupos, y se preguntan a quiénes en realidad responden y cuáles van a ser ahora sus objetivos una vez que lograron el propósito que los unió, la caída del régimen de Gadhafi.
Ante el eventual peligro de que grupos radicales islámicos puedan malograr los propósitos democráticos de la rebelión, expertos en Libia como Ale Warren, de la firma de investigaciones sobre Oriente Medio “Frontier MEA”, insisten en que a falta de otra institución política organizada es vital que los nuevos líderes supervisen “el nacimiento de partidos políticos, la organización de elecciones y el desmembramiento o desintegración de esas milicias”.
Por lo pronto, la OTAN acordó concluir de manera preliminar su misión en Libia el 31 de octubre tras consultas con las Naciones Unidas y el CNT, según anunció el secretario general de la alianza atlántica, Anders Fogh Rasmussen, quien indicó que la decisión definitiva será adoptada a comienzos de la semana entrante.
Aunque tras la muerte de Gadhafi la mayoría de los libios ya se dan por hombres libres, el CNT anunció que el domingo 23 de octubre será el día en que se proclame oficialmente la Liberación, para dar paso de manera formal al comienzo de una transición política hacia la democracia que no sólo abre una nueva era para el país sino que ya está teniendo repercusiones en otras naciones de la región también sacudidas por la llamada Primavera Arabe.
Esperanzados por la caída de Gadhafi, miles de manifestantes salieron nuevamente a las calles en Siria para demandar el fin del gobierno del presidente Bashar al-Assad, cuyas fuerzas de seguridad reprimieron una vez más las protestas. Según activistas de derechos humanos, sólo el viernes murieron al menos 24 civiles sin que hasta ahora las autoridades sirias hayan logrado acallar las voces de la multitud, que grita enardecida: “Bashar, te llegó tu turno”.