Todavía es difícil entender la dimensión del desastre que causó el terremoto de magnitud 9.0 en Japón y su tsunami, y que tan cerca la nación estuvo de un cataclismo nuclear que hizo que funcionarios de alto rango contemplaran la inimaginable evacuación de Tokio.
La cifra global del desastre es devastadora: 20.000 personas fallecidas, en su mayoría por el tsunami, más de un cuarto de millón de edificios destruidos y cerca de 400.000 personas se quedaron sin hogar.
La tragedia humana es desgarradora. Algunos padres, todavía andan en busca de los cuerpos de sus hijos. Más de 1.500 niños perdieron uno o ambos de sus padres.
La destrucción física no tiene precedentes y ha dejado a Japón con montones de escombros, conocidos como gareki. Qué hacer con todo ese gareki, sigue siendo un asunto por resolver en el país.
Iniciativas de reconstrucción se han iniciado pero una gran frustración es que demasiadas personas continúan en viviendas temporales.
También, hay preocupaciones con algunas comunidades costeras las cuales puede que nunca sean revividas, ya que estas ya venían experimentando la pérdida de las generaciones más jóvenes, quienes migran a las zonas urbanas.
En algunas comunidades, aquí en la prefectura de Fukushima, las personas desean regresar a sus hogares, pero la falta de infraestructura adecuada y el temor al envenenamiento por radiación los lleva a permanecer lejos.
La radiación
El reconocimiento de los niveles de radiación se ha convertido en la norma para la gente que vive en Fukushima. Cada comunidad está dotada con mecanismos de monitoreo que funcionan con energía solar y exhiben gran cantidad de información en micro sieverts por hora. Algunos hombres de negocios y amas de casa llevan discretamente contadores en sus propios bolsillos.
Los miedos por la radiación pueden ser irracionales. Algunos japoneses incluso abandonaron Tokio, a pesar de que los niveles de radiación son más bajos allí que en otras ciudades del mundo.
Algunos científicos y funcionarios gubernamentales aseguran al público que los niveles de radiación, incluso en las cercanías a la devastada planta nuclear de Fukushima Daiichi, son seguros. Pero desde el desastre, ha habido un aumento en la falta de confianza de los japoneses en sus autoridades.
Eso, en gran parte, es promovido por la poca información precisa del gobierno, de la Empresa Eléctrica de Tokio y de los medios de prensa en los primeros días después que sucedió la crisis nuclear.
Información pública
La principal preocupación entre los burócratas y los editores de los medios de comunicación en Japón parece haber logrado prevenir el pánico en general, pero no dar la imagen de mucha trasparencia.
A pesar de los múltiples reportes culpando al gobierno y a la industria por procedimientos de seguridad inapropiados, pobre planeación y no difundir la información vital, nadie ha recibido acusaciones criminales.
El primer ministro de Japón en aquel entonces, Noato Kan, dijo que ningún individuo o entidad podía recibir completa culpa, muchos deben tomar su parte de responsabilidad por lo que sucedió, incluyéndose a sí mismo.
Yo fui uno de aquellos que estaba cerca a las instalaciones de la planta atómica el 15 de marzo (2011), cuando, sin saberlo el público, un estimado de 10 millones de barriles por hora de material radioactivo fueron expulsados por los tres reactores aislados. Durante varios días, yo y millones de personas en Japón, absorbimos significativas dosis de radiación.
Pruebas realizadas a mi cuerpo posteriormente no reflejaron niveles de radiactividad en mi cuerpo o en la ropa, la cual fue descontaminada, y nunca he sufrido de efectos que yo pueda remotamente atribuir a la radiación.
Nadie ha muerto de radiación como resultado de este accidente, pero las lentas evacuaciones, pobremente planeadas, de algunos hospitales en Fukushima y otros centros de salud, han sido acusadas de la muerte de algunos de los pacientes.
Economía
El accidente del reactor destruyó muchos medios de subsistencia. El accidente afectó la confianza en el sector de la agricultura en Fukushima, una de las regiones más prósperas de arroz y otros productos.
Algunos predicen que el accidente va a terminar la industria nuclear de Japón, la cual ha sido fuente de un 30% de la energía que necesita el país. Esta no es una buena perspectiva para un país que aunque muy industrializado, es pobre en recursos. Regresar a los días en que Japón funcionaba en gran parte gracias a la importación de costosos combustibles de carbono podría afectar los esfuerzos por revertir la caída económica de las más recientes décadas.
El país debe enfrentar el gran costo de limpiar el país después de la tragedia y la forma de compensar a las víctimas. Eso está estimado en más de $250.000 millones de dólares. Incluso para la tercera economía más grande del mundo, esa es una gran suma.