Las vallas publicitarias en la carretera de la ciudad de Zaporizhzhia destacan las victorias de las fuerzas ucranianas contra los invasores rusos, con alusiones a un barco de guerra hundido e imágenes de tanques y sus puntos débiles marcados con flechas rojas: “Lancen aquí sus cócteles Molotov”.
En las áreas rurales de Zaporizhzhia, los trigales se mezclan con la línea del frente y los agricultores trabajan con protección corporal entregada por los militares ucranianos. Los locales dicen que encuentran fragmentos de misiles en estos campos, remanentes de ataques en las cercanías.
“Si los soldados están en la primera línea de esta guerra, los agricultores están en la segunda”, dijo Vitaliy Lupynos, propietario de unos 20 kilómetros cuadrados de terrenos sembrados de guisantes, cebada y trigo. “Estamos alimentando al país y al ejército”.
Pasadas ocho semanas de guerra, ni siquiera se espera un rendimiento muy reducido con menos de dos meses de cosecha, afirma Lupynos. En el sector de Zaporizhzhia, el 85% de la tierra de cultivos está ocupado por Rusia y muchos trabajadores en las áreas controladas por Ucrania se han unido al ejército.
La región, una de las mayores productoras agrícolas de Ucrania, usualmente genera unas 2,7 millones de toneladas de trigo. Este año, los agricultores anticipan apenas 260.000 toneladas si todo sale bien.
Sin embargo, los ataques en la ciudad de Zaporizhzhia se han multiplicado desde que Rusia anunció que concentraría sus esfuerzos en el este de Ucrania después de haber fracasado en la toma de Kiev. Los agricultores dicen que temen perder toda la provincia cualquier día.
“No podemos decir lo que sucederá mañana”, expresó Lupynos. “Es como jugar a la ruleta rusa. Si llegan hasta aquí, se quedarán con nuestras tierras y arruinarán los cultivos”.
Amenaza de hambrunas
En los últimos meses, la escasez de alimentos resultante de la guerra en Ucrania ha repercutido alrededor del mundo, con aumentos de precios desde el 20% al 50% del pan regular reportados desde Brasil a Pakistán y Egipto.
Ucrania y Rusia están entre los primeros exportadores de alimentos del mundo, con más de una cuarta parte del suministro global de trigo y otros granos, como el maíz, la cebada y el aceite de girasol.
Naciones Unidas dice que la crisis actual de alimentos está aumentando con rapidez por la guerra, y no hay señales de alivio. Los pobres en muchas naciones están más necesitados y el hambre amenaza.
En países azotados por conflictos, como Yemen, Etiopía y Afganistán, la guerra en Ucrania podría desatar una cadena de acontecimientos que llevaría a una hambruna en gran escala, porque más de la mitad del trigo que distribuye el Programa Mundial de Alimentos viene de Ucrania.
“Las balas y las bombas en Ucrania podría llevar a la crisis de hambre global a niveles que nunca hemos visto”, dijo el director ejecutivo del PMA, David Beasley, en un comunicado el mes pasado.
Además, el mundo ahora sufre escasez de combustible, fertilizantes y otras necesidades agrícolas a causa de la guerra, y Naciones Unidas advirtió que todo eso podría conducir a agitaciones civiles y una mayor inseguridad global.
Todas las advertencias no han logrado frenar el desastre potencial, afirman las autoridades ucranianas. Hay trigo en Ucrania listo para exportar, pero los principales puertos están cerrados por los ataques y la mayoría de las rutas terrestres tampoco están disponibles.
“Tenemos para vender”, dijo el director del departamento agrícola regional e Zaporizhzhia, Olexandr Iasynytskyi, “pero carecemos de transporte y estamos estudiando alternativas”.
Otras cosechas
Incluso si se encuentra una vía de sacar al mercado la cosecha de este año, la de 2023 ya está en grave peligro, señaló el funcionario. La producción limitada es suficiente para alimentar a los civiles y los soldados actualmente, pero sin los ingresos de las exportaciones no está claro cómo pudieran sembrar para la próxima temporada, dicen funcionarios y agricultores.
“Los agricultores no tienen suficiente capital ahora para invertir en las cosechas del futuro. Tienen los granos, pero no pueden venderlos. ¿Cómo pueden operar sin dinero?”, señaló Iasynytskyi.
Los bancos están ofreciendo préstamos limitados, pero la ley marcial frena a muchos prestamistas e inversionistas potenciales, agregó.
Las granjas controladas por Rusia dentro del territorio ucraniano se espera que operen este año, pero no está claro dónde irán los alimentos, o cuánta será la producción, dijo Iasynytskyi. Se cree que la granjas “ocupadas” carecen de materiales y dinero, pero la información es limitada porque muchas áreas bajo el control de Rusia no tienen acceso a las redes móviles o a internet.
En el lado ucraniano de la zona de guerra, los agricultores dicen que si pierden sus parcelas no están seguros de seguir trabajando, por temor a que sus cultivos alimenten la maquinaria bélica de Rusia.
“Nunca voy a trabajar para Rusia” dijo Roman Umarov, un ingeniero agrícola de 30 años que supervisaba la semana pasada la fumigación en una granja de Zaporizhzhia. “Pero imaginar no es siempre exacto. ¿Y si me ponen una pistola en la cabeza?”.
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