Los Dallas Cowboys y su dueño, Jerry Jones, un leal simpatizante del presidente Donald Trump, se hincaron en el campo de juego el lunes por la noche como lo hizo la mayoría de los equipos de la NFL el día antes, aunque la señal de protesta ocurrió esta vez antes del himno nacional.
Lo que inició el año pasado como una manifestación en contra de la inequidad racial y la brutalidad policial, se ha convertido ahora en protesta a los comentarios del presidente Trump, que se pasó los últimos tres días atacando a los jugadores de la NFL que se arrodillan durante el himno nacional antes de partidos.
El viernes por la noche, en un acto político en Huntsville, Alabama, Trump dijo: “Me gustaría ver a alguno de esos dueños en la NFL cuando alguien le falta el respeto a nuestra bandera, decirle a ese hijo de perra que tiene que salir del terreno inmediatamente, que está despedido”.
La respuesta de los jugadores, que se han sentido insultados ellos y sus progenitoras, e irrespetados en su derecho a disentir, ha sido desde entonces uniforme y fuerte.
Luego del calentamiento en preparación para el juego contra Arizona, los jugadores de los Cowboys se fueron a los vestuarios y regresaron al campo tomados de los brazos y se hincaron al aparecer la bandera. En medio de los jugadores estaba Jones y su familia. Los Cowboys se pusieron luego de pie, pero permanecieron unidos mientras se cantó el himno nacional.
“Espero haber sido claro y espero que nuestro equipo haya sido claro”, dijo Jones después de la protesta. “Queremos respetar la bandera. Que no les quepa duda”.
“Nada de lo que hemos hecho, nada de lo que hicimos esta noche es nada más que eso. También queremos competir como equipo. Y como jugadores y como organización queremos —cada vez que podamos— demostrar que la unidad es importante y que la igualdad es importante”, subrayó Jones.
“Por eso es que me siento tan orgulloso de estos tipos, hicieron ambas cosas y lo hicieron en una forma en que la gente realmente pueda reflexionar y piense que tiene sentido”, agregó.
Como en otros estadios, no todos estuvieron de acuerdo con los jugadores. En el estadio de Glendale, Arizona, muchos aficionados abuchearon la protesta de los Cowboys. Los jugadores de los Cardinals también permanecieron encadenados por los brazos durante el himno.
Las palabras del presidente desataron una masiva muestra de desafío el fin de semana, con más de 200 jugadores en la NFL decidiendo no pararse durante el himno y muchos entrenadores encadenando brazos con los jugadores.
Trump dijo en Twitter el lunes: “El asunto de arrodillarse (durante el himno nacional) no tiene nada que ver con raza. Es respeto a nuestro país, nuestra bandera y nuestro himno nacional. ¡La NFL tiene que respetar eso!”.
El portavoz de la NFL, Joe Lockhart,replicó horas más tarde: "Todo el mundo debería saber, incluso el presidente, que eso es de lo que se habla realmente en los vestidores”, dijo en alusión a la grabación en la que Trump se fanfarroneó de manosear a mujeres y que el entonces candidato defendió como “charla de vestidores”.
Hablando con reporteros el domingo en Nueva Jersey, Trump dijo que ese último era un gesto que él aprobaba y rechazó la idea de que sus críticas inflaman las tensiones raciales, diciendo: “Yo nunca hablé de raza”.
Por cierto que el juego de fútbol del lunes por la noche entre los Cowboys y los Cardinals fue ganado por Dallas, 28 a 17. ¿Es un juego, cierto?