Casi dos años después del terremoto de 7 grados de magnitud que sacudió Puerto Príncipe, la capital de Haití, la reconstrucción del país marcha con lentitud.
El 40 por ciento de la ayuda internacional enviada a la nación no ha sido todavía distribuida debido a la desorganización que el terremoto ocasionó en el gobierno.
Pero ahora, las autoridades encabezadas por el músico convertido en presidente Michel Martelly, y el recién confirmado primer ministro, Garry Conille, han puesto manos a la obra.
El presidente haitiano reside en el exclusivo suburbio de Peguyville, donde algunos muros permanecen pintados con los colores blanco y rosado utilizados durante su campaña electoral, en una barriada que colinda con sitios donde son visibles los pobres y desamparados víctimas del terremoto de enero de 2010.
Un poco más allá está Puerto Príncipe, donde el impacto del sismo es aún evidente por los escombros y las cañerías aún abiertas. Casi todo espera todavía ser reparado.
El propio palacio presidencial haitiano es un ejemplo de cuánto queda todavía por hacer. Se ve igual que hace casi dos años, y directamente frente al edificio en nada ha cambiado tampoco el panorama que ofrecen infinidad de carpas que dan albergue a damnificados.
Después del terremoto, más de un millón de haitianos se mudaron a parques públicos, erigieron una carpa y ese ha sido hasta ahora su hogar. Alrededor de 600.000 viven así.
La Voz de América le preguntó al presidente Martelly cómo es posible atraer al país a hombres de negocios cuando la primera cosa que ven tanto cuando salen del aeropuerto como cuando se aproximan al palacio presidencial es una ciudad de carpas.
“No todo el país está así. Una vez que usted sale de Puerto Príncipe, ve muchas cosas, belleza, riqueza, ve un país rico con inmensas posibilidades”, dijo el presidente.
Para mostrar esas posibilidades, el presidente Martelly llevó a varios constructores a una zona al norte de la capital a fin de que encontraran tierras para 3.000 nuevas viviendas. Pero el proceso ha sido lento en virtud de que el terremoto desmanteló la infraestructura del paìs y destruyó 17 de los 18 ministerios del gobierno.
Según Ghemps Desauguste, que forma parte de un grupo que demanda tierras y casas, “hasta ahora, 21 meses después del sismo, vemos que la situación en que vive la gente no ha cambiado en nada”. La respuesta del gobierno es que ese cambio toma tiempo.
“Estamos tratando primero de hallar casas para esa gente, de manera que puedan dejar las carpas y vayan a un hogar”, señaló Martelly.
En Haití han sido puestas a la venta casas nuevas prefabricadas, incluso a un precio de sólo $5.000 dólares, pero el constructor Jean Mark Louishomme asegura que quienes residen en las ciudades de carpas no pueden pagar ese dinero.
“No pueden, pero organizaciones no gubernamentales o el gobierno sí pueden comprarlas y armarlas”, dijo.
Sin embargo, ese no es el plan del gobierno. El presidente Martelly invitó a la Voz de América a unirse a su caravana presidencial rumbo a la parte central del país, donde las autoridades edificarán viviendas a bajo precio.
Según el mandatario, se trata de un importante paso que permitirá a Haití tener independencia respecto a los préstamos extranjeros.
“Transformaremos este país. Estoy decidido a hacerlo. El pueblo haitiano quiere una vida mejor”, dijo el presidente.
Martelly admitió que queda mucho por hacer, puesto que se trata de un país en el que en sólo 35 segundos, en una superficie de 30 kilómetros cuadrados, el terremoto quitò la vida a 300.000 personas.