Veinticuatro años han pasado desde que Zoilamérica Ortega Murillo denunció a Daniel Ortega, su padrastro y actual mandatario de Nicaragua, por presunto abuso sexual.
En conversación con la Voz de América en Costa Rica, donde vive exiliada, Ortega Murillo, de 54 años dijo que las manifestaciones en Nicaragua contra el gobierno de Ortega y la respuesta represiva del mismo le han vuelto a recordar su propia experiencia.
“Quizás yo fui el primer crimen que se atrevieron a negar públicamente, como niegan los actuales. Si ellos pueden vengarse y hacerme daño, lo hacen, como lo hacen con quienes se oponen a ellos en Nicaragua", dijo. "Solo que para mí representa una doble herida porque aparte de que viene del poder político, también de los que suponían ser tu familia”, agregó.
"Si ellos pueden vengarse y hacerme daño, lo hacen, como lo hacen con quienes se oponen a ellos en Nicaragua".
La denuncia cambió todo para Ortega Murillo, incluido su futuro, que comenzó a construir de cero como exiliada en Costa Rica. “Aquí el apellido no vale de nada”, dijo.
Desde tomar un autobús y ajustarse a un presupuesto económico limitado, hasta asistir a una manifestación contra los desmanes de su familia, lo hace con normalidad, sin pompas, ni custodios. Dice que es como nacer de nuevo.
“El día que salí de esos muros fue como empezar a caminar, aprender a caminar, a ver absolutamente todo de otra manera, tuve que aprender a saber desde qué es el amor, porque en ese mundo de violencia, la autoridad define el rumbo de una familia, y no necesariamente el afecto”, agregó.
En las paredes de la casa presidencial de El Carmen, en Managua, según la primogénita de la vicepresidenta Murillo, se vive bajo el negacionismo y en una especie de cárcel.
“Los secretos, las mentiras, las máscaras, justificados por la revolución, son una primera condición de ese mundo", dijo.
"Ya podés imaginarte que resguardar los secretos se vuelve una cárcel para todo el que está adentro”, afirmó.
Ortega Murillo dice que prefiere disfrutar su libertad en Costa Rica, donde se desempeña en múltiples trabajos, entre los cuales ejerce como profesora, que es una de las cosas que más le apasiona, dijo.
Además apoya a grupos de nicaragüenses y brinda consultorías. “Como todo migrante, implica asumir rutinas triples” de trabajo, dijo. “Doy clases y trabajo más de 40 horas a la semana, doy tutorías, trabajo dando asesoramiento para otros proyectos educativos, en fin, cosas que jamás imaginé vivir".
Ortega Murillo cataloga como "debacle" el panorama político en su país, liderado por su padrastro, el presidente Daniel Ortega, y su madre, la vicepresidenta Rosario Murillo, y evalúa el papel de sus hermanos, los cuales cada vez son más públicos en actividades del Estado.
Varios funcionarios de alto rango han dimitido recientemente en Nicaragua, como el exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia, Rafael Solís, padrino de bodas de la pareja gobernante que acusó al gobierno de hacer retroceder al país por medio de la represión.
“En la medida que ya no logran confiar en nadie, [Daniel Ortega y Rosario Murillo] necesitan convertir a mis hermanos en sus aliados más cercanos, y más que aliados, en obedientes a sus necesidades, logísticas personales”, aseguró.
Daniel Ortega habló del caso de su hijastra cuando aún no había llegado al poder, en 1998, entrevistado por la periodista Lucía Pineda Ubau, y lo catalogó como "totalmente falso".
"Las acusaciones que [Zoilamérica Ortega Murillo] ha venido lanzando son mentiras”, dijo Ortega a Ubau.
En 2019, uno de los hermanos de Zoilamérica Ortega Murillo, Juan Carlos Ortega, la llamó "mitómana" en Twitter, cuando rememoró lo que vivió.
En Costa Rica, lejos de su natal Nicaragua, la hija de la pareja presidencial, como muchos de sus compatriotas en el exilio, dice tiene un sueño por cumplir.
"Espero regresar algún día a Nicaragua y poder compartir lo aprendido en Costa Rica. No me veo como política. Yo amo enseñar, dar clases y espero dedicarme a eso en mi país", concluyó.
Según la Agencia de la ONU para los Refugiados, en Costa Rica se encuentran exiliados más de 100.000 nicaragüenses que hay huido de la represión en su país.
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