El tráfico de drogas y de armas y la violencia ligada al narcotráfico representan una amenaza tanto para la seguridad nacional de EE.UU., como de México, según dijo el director de los servicios de inteligencia estadounidenses, James Clapper.
Durante una audiencia en el Comité de Servicios Armados del Senado en Washington, Clapper declaró que la violencia en la frontera con México representa el riesgo de ataques terroristas en EE.UU. y anunció que pronto visitará la zona para evaluar la situación, que calificó de “muy seria”.
El jefe de los servicios de espionaje estadounidenses elogió los esfuerzos del presidente mexicano, Felipe Calderón, por desmantelar los carteles de la droga y dijo que estos han producido “sólidos resultados”, pero advirtió que aún persisten retos para contener la violencia criminal.
Al comparecer el mes pasado ante un comité de la Cámara de Representantes, la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, señaló que EE.UU ha tomado medidas para hacer frente a una hipotética alianza entre un cartel mexicano de las drogas con la red terrorista Aal Qaeda.
Sobre Venezuela, Clapper declaró que la permanencia en el poder del presidente Hugo Chávez se mantiene segura a pesar de que su partido tuvo un pobre desempeño en las elecciones legislativas de septiembre del año pasado.
Con todo, señaló que Chávez encara una vigorosa oposición y “puede que tenga que lidiar con más protestas populares frente a su constante empuje por implementar el socialismo del siglo XXI” en Venezuela.
Dijo además que el deterioro de las condiciones económicas en Venezuela y el declive de la popularidad de Chávez dentro del país y en el extranjero “han limitado su habilidad para ejercer influencia más allá del núcleo de su grupo de aliados”, compuesto por los países del ALBA.
Clapper se refirió también al continuo y “atroz” deterioro de la economía en Cuba, y cómo el gobierno de la isla se vio forzado a adoptar severas medidas, entre ellas el anunciado despido masivo de trabajadores, que podrían desatar el malestar de la población.
También señaló que aunque las fuerzas de seguridad del gobierno cubano son capaces de sofocar protestas públicas “localizadas”, una represión de “mano dura” podría desencadenar amplio descontento y la incrementada la violencia “conduciría a un nivel de inestabilidad política” en la isla.
Respecto a las secuelas del devastador terremoto que asoló Haití en enero de 2010, Clapper dijo que la estabilidad social y política en esa nación dependerá de que los $10 mil millones de dólares prometidos por la comunidad internacional para la reconstrucción del país sean invertidos a tiempo y de manera eficiente.