La preocupación en Washington por la activa presencia del régimen de Teherán en América Latina ha ido cobrando fuerza de forma creciente después de que la Agencia Internacional de la Energía Atómica confirmó sus sospechas de que Irán realiza experimentos secretos con el único fin de fabricar armas nucleares.
Hace apenas dos meses las autoridades estadounidenses denunciaron un complot iraní para asesinar al embajador de Arabia Saudita en Washington, un hecho después condenado abrumadoramente por la Asamblea General de Naciones Unidas con la excepción de cinco naciones latinoamericanas que no lo hicieron: Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador.
Más recientemente, un documental difundido por la cadena Univisión reveló que la cónsul venezolana en Miami, Livia Antonieta Acosta Noguera, presuntamente se puso en contacto con diplomáticos iraníes y cubanos, y con estudiantes extremistas para organizar un ataque cibernético contra Estados Unidos en 2008.
A raíz del documental, cuatro congresistas estadounidenses encabezados por la presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Ileana Ros-Lehtinen, pidieron a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, investigar los presuntos planes iraníes para atacar los sistemas informáticos de plantas nucleares, la Casa Blanca, el FBI y la CIA.
Para Daniel Alvarez, del Centro de Estudios del Medio Oriente de la Universidad Internacional de la Florida, la amenaza existe. “Tanto los regímenes de Irán como de Venezuela y Cuba se sienten acosados, están bajo mucha paranoia, y cuando los estados autocráticos se sienten en peligro pueden actuar de una manera descabellada”.
El experto señaló a la Voz de América que de acuerdo con la mentalidad de gobernantes como Mahmoud Amadineyad, Hugo Chávez y los hermanos (Raúl y Fidel) Castro es enteramente posible un acto de desesperación aunque para nosotros parezca totalmente irracional. “Ellos tienen el poder para hacerlo porque gobiernan por decreto”, dijo.
Tanto Caracas como La Habana tienen suscritos desde hace años decenas de acuerdos de cooperación económica con Irán, y aunque tal vez no haya sociedades cultural y religiosamente más diferentes que la venezolana y la cubana con la iraní, los gobiernos de los tres países comparten intereses políticos e ideológicos.
Según el investigador de la Universidad de Miami José Azel, “el punto unificador (de los tres) parece ser la virulenta hostilidad hacia Estados Unidos, y hacia la democracia liberal y la economía de mercado”.
La penetración iraní en Latinoamérica, según expertos, no sólo se ha limitado a la diplomacia, el comercio, la banca, la industria, la minería, y el petróleo sino también incluye labores de inteligencia. Un informe aparecido en Heritage Libertad, la página en español de la Fundación Heritage, destaca la alusión hecha en el documental de Univisión a campos de entrenamiento militar iraní que operarían desde mezquitas en Venezuela.
Lo cierto es que las autoridades de La Habana y Caracas se han transformado en efusivos defensores del programa nuclear iraní y de alguna manera se han asociado con Teherán para tratar de evadir las sanciones económicas impuestas a ese país por Estados Unidos y la ONU.
En mayo último, el presidente Barack Obama impuso sanciones limitadas a la empresa petrolera estatal venezolana PDVSA por sus negocios con Irán en vista de que violaban las medidas económicas estadounidenses contra Teherán, mientras por otra parte las relaciones de Washington con Caracas y La Habana nunca han dejado de ser tirantes.
Sin embargo, Israel Ortega, experto de Heritage Foundation, considera que el gobierno de Obama no está enfrentando el peligro iraní con la importancia que debería hacerlo. “De nuestra parte no hemos visto ese liderazgo que necesitamos de la Casa Blanca, realmente en declarar que la amenaza iraní en Latinoamérica es real”, dijo.
Grupos terroristas como Hezbolá, auspiciado por los iraníes, desde hace años han tenido una presencia en la zona de la denominada Triple Frontera (Brasil, Argentina y Paraguay), pero de acuerdo con el coronel retirado del ejército de EE.UU y experto en inteligencia Octavio Pérez lo que ha sucedido ahora es que esa presencia “se ha exacerbado”.
Pérez destacó que “el gobierno iraní tiene empresas encubiertas en Venezuela, y Chávez le ha dado además acceso a los otros países del ALBA”, bloque integrado además por Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Dominica y Antigua-Barbuda. “Desde cualquiera de ellos es fácil viajar con pasaporte venezolano al resto de A.Latina”, dijo.
A tono con tales inquietudes, el senador estadounidense Robert Menéndez anunció que tan pronto el Congreso reinicie sus sesiones el año entrante, realizará una audiencia en Washington para investigar cuán peligrosas son las actividades de Irán en América Latina para EE.UU. y sus aliados.