Después de semanas de interminables debates y desavenencias, los legisladores y la Casa Blanca pudieron evitar la parálisis del gobierno y alcanzaron un acuerdo de último minuto sobre los recortes al presupuesto de este año fiscal, pero lo que pareció el final es sólo el comienzo de una batalla mayor.
Republicanos y demócratas lograron al filo de la medianoche del pasado viernes un acuerdo para reducir decenas de miles de millones de dólares de los actuales gastos del gobierno, cuando todo indicaba que el tiempo se iba a acabar y no habría solución.
Sin embargo, los debates más encarnizados podrían estar por venir, ahora que la Casa Blanca y los legisladores tienen por delante la tremenda tarea de resolver a largo plazo los desequilibrios fiscales de la nación, que son del orden de los billones de dólares.
La semana pasada, los republicanos, que controlan la Cámara de Representantes, revelaron un proyecto para reducir en varios años el déficit recortando drásticamente los gastos federales en infinidad de programas, desde la educación hasta los beneficios que reciben los pobres y los jubilados.
El plan republicano contempla pequeños recortes al presupuesto del Departamento de Defensa, y preserva las actuales tasas de pago de impuestos para todos los niveles de ingresos, incluidas las que pagan los estadounidenses más adinerados.
De acuerdo con la Casa Blanca, el presidente Barack Obama dará a conocer su propuesta de presupuesto a fines de esta semana.
El consejero presidencial David Plouffe declaró en el programa Esta Semana de la cadena de televisión ABC que el compromiso de Obama para reducir el déficit es absolutamente firme.
“Pero a la par, tenemos que estar seguros de que no estamos dañando la capacidad de los estadounidenses de recibir la educación que necesitan (…) que estamos invirtiendo en investigación y desarrollo, y en infraestructura”, dijo el asesor.
Los republicanos han dicho que esperan que la propuesta de Obama vaya más allá del plan presupuestario que presentó al Congreso a principio de año, y que hubiera congelado los niveles de gastos en vez de reducirlos.
Mientras los demócratas quieren conservar la mayoría de los programas sociales y subir los impuestos a quienes ganan más, los republicanos aspiran a reducir primordialmente los gastos sociales y dejar el pago de impuestos como está, aunque recortando las tasas tributarias corporativas.
La primera decisión crítica a la vista para los legisladores será si autorizan al gobierno a tomar prestado el dinero que se necesita para financiar el déficit fiscal de este año, que asciende a $1,5 billones de dólares.
A la vuelta de muy pocas semanas, a menos que el tope que actualmente pone limite a los gastos se eleve, EE.UU. podría tener que declararse en mora de una deuda millonaria, cuya mayor parte debe a gobiernos extranjeros.
Muchos republicanos anticipan que sólo votarán a favor de elevar el límite permisible si las conversaciones sobre el presupuesto dan por resultado una reducción real del déficit fiscal del país. Los demócratas han dicho que sería extremadamente irresponsable utilizar ese tope como instrumento de negociación.