El presidente Donald Trump se reunió este martes en la Casa Blanca con ejecutivos de las tres grandes empresas automotrices de Estados Unidos, urgiéndolas a expandir la fabricación en Estados Unidos en lugar de en el extranjero.
“¡Quiero que nuevas plantas construyan autos vendidos aquí!”, dijo el presidente en Twitter.
La cita a la que asistieron representantes de Ford, General Motors y Fiat Chrysler tuvo como tema de discusión “traer de regreso más empleos a la industria”.
La directora ejecutiva de GM, Mary Barra y sus homólogos de Ford, Mark Fields, y Fiat Chrysler, Sergio Marchionne, asistieron al desayuno.
Hace dos semanas, Marchionne dijo que los fabricantes de autos necesitan saber más sobre las políticas regulatorias y de intercambio comercial que tiene en mente el gobierno de Trump.
“Necesito claridad. Creo que todos necesitamos claridad”, dijo Marchionne en Detroit.
Trump ha prometido revisar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, NAFTA por sus siglas en inglés, que ha permitido a las empresas automotrices y a otras compañías estadounidenses producir en México y Canadá a menores costos y exportar desde allí hacia Estados Unidos sin pagar aranceles.
México, en particular, ha sido un oasis para la industria automovilística, ya que los poco más de $8 dólares la hora que ganan los trabajadores mexicanos en la línea de ensamblaje tienen poco que ver con los $58 dólares en salarios y beneficios que puede ganar un trabajador sindicalizado en Estados Unidos haciendo el mismo trabajo.
Si Trump cambia la política, los fabricantes de autos se verán en la disyuntiva de aumentar los precios, tragarse los costos, dejar de vender carros hechos en México arriesgando perder clientes o traerse de regreso la producción a Estados Unidos pero ganando menos.
El lunes el presidente reiteró su advertencia de imponer un “impuesto de frontera sustancial” a las compañías que sacan la producción de Estados Unidos, y también ofreció incentivos para producir localmente.
El sector automotriz de México, aunque todavía más pequeño que el de Estados Unidos, está creciendo más rápido y se espera que su capacidad de producción alcance los 5,5 millones de vehículos en 2023, lo que equivaldría a un 49% de crecimiento. En Estados Unidos, se produce 14,2 millones de automóviles, pero la capacidad de fabricación crece solo un 13%.
Salir de México y regresar la producción a Estados Unidos, como demanda Trump, le costaría miles de millones de dólares a la industria y desbarataría planes que han tardado años en desarrolarse.
“Yo no creo que la industria automovilística vaya a parar las patas y morir, pero va a ser un golpe terrible. Crearía el caos en la rentabilidad”, dijo Marina Whitman, una profesora de la Universidad de Michigan y expresidenta de General Motors.