Una ola de explosiones de este lunes, 15 de agosto (2011), estremeció 17 ciudades iraquíes, matando a 63 civiles y fuerzas de seguridad en la peor jornada terrorista en lo que va del año en el país y que subraya la resolución de al-Qaida y su capacidad para causar estragos.
El baño de sangre se produce menos de dos semanas después de que funcionarios iraquíes dijeron que estarían abiertos a la idea de permitir que algunas tropas estadounidenses permanezcan en el país más allá del plazo de retirada final, el 31 de diciembre.
Los responsables coordinaron sus artefactos explosivos para que estallaran este lunes por la mañana. Incluyeron una combinación de coches bomba estacionados, un atacante suicida que condujo un vehículo contra un retén cercano a una comisaría policial, bombas al pie del camino e incluso bombas sujetas a postes de alumbrado público.
El alcance de la violencia —que incluyó siete explosiones en varios poblados en la provincia de Diyala solamente— enfatizó la peligrosa capacidad de los insurgentes de coordinar y lanzar ataques pese a las reiteradas redadas de las fuerzas iraquíes y estadounidenses. El peor hecho de violencia ocurrió en Kut, 160 kilómetros (100 millas) al sureste de Bagdad, donde ocurrieron dos explosiones en un mercado.
El portavoz de la Policía local, el teniente coronel Dhurgam Mohammed Hassan, dijo que la primera bomba estalló en una congeladora usada para enfriar bebidas. Cuando los rescatistas y los curiosos llegaron al lugar, estalló un coche bomba estacionado. Murieron 35 personas y 64 resultaron heridas en este hecho. En la jornada se habían registrado más de 250 heridos.
Las explosiones son los primeros actos considerables de violencia en Irak desde que los líderes políticos anunciaron a principios de mes que comenzarían a negociar con Estados Unidos sobre la permanencia de pequeños contingentes militares estadounidenses en el país después del 31 de diciembre.
Todas las tropas estadounidenses deben partir de Irak a fines de año, pero tanto los líderes iraquíes como los estadounidenses han expresado dudas sobre la capacidad de las fuerzas iraquíes para proteger su propio país.