Expertos en salud discrepan sobre la conveniencia de reabrir las escuelas desde abril en Venezuela, donde las fallas en los servicios públicos, como el del agua potable, son frecuentes. Unos dan su visto bueno a un proceso paulatino de vuelta a las clases presenciales, mientras otros aseguran que la idea es “inviable” y supondrá un riesgo alto de contagio.
El presidente Nicolás Maduro anunció este domingo que postergaría hasta el próximo mes el reinicio de clases presenciales en los 23 estados y el Distrito Capital de Venezuela, apenas días luego de haber fijado ese plan para marzo.
En abril, “empiezan las clases presenciales con bioseguridad extrema. Venezuela sí puede hacerlo”, dijo el fin de semana, confiado en que la llegada de una cantidad indeterminada de vacunas contra el COVID-19 favorecería el regreso seguro a los planteles educativos del personal docente y los alumnos.
Manuel Figuera Esparza, vicepresidente de la Sociedad Venezolana de Infectología, recomienda debatir sobre el inminente retorno a clases presenciales con moderación y con base en las “recomendaciones de la ciencia”.
¿Es una propuesta conveniente? El médico internista e infectólogo dice que “depende” de la realidad de cada escuela del país, pues observa un “desbalance” entre ellas en cuanto a disponibilidad de recursos para garantizar una educación con protocolos y medidas de bioseguridad adecuadas.
“La posibilidad de infección en escuelas con salones con buena ventilación, con pocos alumnos y medidas adecuadas, es muchísimo más baja que en otro entorno, pero no se pueden decretar medidas universales de regreso a clases”, advierte a la VOA.
Para Figuera Esparza, la vuelta de los alumnos y docentes a sus escuelas es necesaria y puede lograrse de manera segura “si se hacen bien las cosas”.
“Puede ser un proceso paulatino. Hay que ir probando (protocolos. Nada de cinco horas dentro de un salón. Se puede adecuar (la escuela) para tener clases en ciertos ambientes” sanitariamente seguros, con buena ventilación, observa.
Medida "inviable"
Freddy Pachano, médico pediatra y director de los estudios de postgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad del Zulia, en el occidente del país, rechaza tajantemente la iniciativa de volver a clases presenciales.
“Venezuela no tiene servicios públicos adecuados ni siquiera en los hospitales, mucho menos en las escuelas. Es una medida que definitivamente no es lógica ni viable en este momento”, comenta en entrevista con la VOA.
Pachano, a quien las autoridades locales amenazaron con interrogarlo con los servicios de inteligencia militar por sus publicaciones sobre el COVID-19, valora que el acceso de la mayoría de la población venezolana aún “no es adecuado”.
La escasez de agua es notoria en estados como Zulia, el de mayor densidad poblacional, donde el servicio puede tardar meses en llegar a ciertos sectores.
El médico estima que en las escuelas será complicado prevenir que los niños se remuevan sus cubrebocas o que mantengan una distancia de dos metros entre ellos. También, destaca la insuficiencia de pruebas de PCR para alumnos, personal docente, trabajadores administrativos y obreros de cada escuela.
Pachano menciona que la arquitectura y diseño de muchas escuelas venezolanas incluyen “espacios cerrados” y sin ventilación, que elevan el riesgo de contagio.
A su entender, el paso lógico es esperar a que haya la vacunación masiva de los maestros. “Si las vacunas llegan, en septiembre podemos comenzar clases. Antes de septiembre, dado nuestro calendario escolar, yo no lo veo posible”, remarca.
Figuera Esparza, por su parte, no cree que esa idea sea determinante. “Pensar que hay que regresar a clases cuando todos o casi todos estemos vacunados no es realista. No es necesariamente un requisito para iniciar clases”, argumenta.
El experto precisa que las vacunas disponibles en el mercado son efectivas luego de dos meses de aplicadas, con un margen de error de al menos 10 por ciento.
Pactos y consenso
En Venezuela, no existe un plan oficial de inmunización. El gobierno de Maduro anunció el mes pasado la llegada al país de 100.000 vacunas Sputnik V, de Rusia, pero no se conocen detalles de la campaña para distribuirlas.
El chavismo y la oposición recién comenzaron una serie de reuniones para acceder al mecanismo Covax de la Organización Panamericana de Salud, que permitiría la llegada de lotes de vacunas. Se calcula que 20 millones de venezolanos mayores de 16 años deben inmunizarse contra el COVID-19.
Organismos multilaterales, como la Organización Mundial de la Salud y la UNICEF, han recomendado que la reapertura de escuelas sea una prioridad del segundo año de la pandemia y que sus cierres deben evitarse a toda costa.
Expertos en medicina, psicología y educación que participaron en un foro de la red venezolana de padres y representantes de niños y adolescentes concluyeron la semana pasada que el retorno a clases presenciales de manera segura era no solo necesario, sino alcanzable en Venezuela.
Figuera Esparza opina que el COVID-19 estará presente en todo el mundo al menos hasta el próximo año, a pesar de los esfuerzos de inmunización, por lo que cree recomendable que se reinicien las clases con protocolos discutidos en cada comunidad y adaptados según las posibilidades de cada escuela.
A su juicio, las clases a distancia cuando no se poseen teléfonos inteligentes ni computadoras, o existen fallas de electricidad o no se tienen conocimientos tecnológicos, también resultan “imposibles” para miles de familias.
“Las escuelas pueden ser centros de formación y educación sobre la importancia y maneras de prevención. La posibilidad de infección en escuelas con salones de buena ventilación, con pocos alumnos y medidas adecuadas, es muchísimo más baja que en otro entorno”, expone.
Pachano insiste en que las clases presenciales deben estar “anuladas” hasta septiembre, cuando inicia el nuevo curso escolar en Venezuela.
“En casi todo el mundo, las clases presenciales están paradas. Es inviable” en Venezuela, añade Pachano, doctor en ciencias médicas.