El 12 de febrero Venezuela conmemoró en su Día de la Juventud, la etapa de la vida que, en el caso de los venezolanos, está marcada por una intensa crisis económica, política y social que atraviesa el país.
Los relatos de los jóvenes consultados por la Voz de América, así lo reflejan. Aunque la mayoría confiesa que no se ha dejado vencer por las circunstancias, aseguran que han tenido que “crecer rápido” y apoyar a sus familias.
En la primera parte de esta serie, los testimonios iban desde el ‘desafío’ hasta la ‘oportunidad’ que surge en épocas de crisis. El grupo de jóvenes consultados para este segundo reportaje resalta la ‘valentía’, pero también ‘frustración’. Ven en el apoyo mutuo y un cambio de perspectiva sobre la situación, parte importante de la respuesta para poder avanzar personalmente y como país.
Ganarse la vida “de buena manera”
César Morales, de 20 años, al igual que muchos venezolanos, madruga para tomar el Metro y llegar a su trabajo a tiempo, le toma horas de trayecto, a pesar de que vive y trabaja en Caracas.
Este joven, comenta, vive con su mamá, una hermana y un sobrino. Llegó hasta segundo año de secundaria y comenzó a trabajar a los 17 años en un restaurante ayudando en la cocina. Actualmente trabaja para una compañía de aseo y mantenimiento.
Relata que su mamá era la que trabajaba cuando su hermana dio a luz. "Dije no, mi mamá no me va estar manteniendo mientras yo estoy estudiando. Qué más voy hacer, tengo que yo también salir a trabajar”, explicó César a la VOA.
Relata que sólo tiene un trabajo y que el sueldo “no alcanza para uno comprar como antes, el mercado (…) prácticamente uno trata de sobrevivir, un poquito de cada cosa”.
Aún así, recomienda a los jóvenes que se ocupen en un trabajo: “De nada sirven que anden por allí sin hacer nada, porque eso los lleva a malos caminos, malos pasos”, sostiene.
Él mismo confiesa que ha experimentado las consecuencias de la “vida mala”.
“Cuando veo a jóvenes por allí trato de ayudarlos”, explica.
Asegura que siempre le llamó la atención la carrera militar por la disciplina, pero que si tuviese la oportunidad, quisiera terminar la secundaria y trabajar por su cuenta en el área administrativa.
No tiene pensado, afirma, marcharse del país. “Si me voy a otro país a trabajar, para eso trabajo aquí”.
Al ser consultado sobre el aporte que pudiesen dar los jóvenes para mejorar la situación del país, surgen palabras como “unión” y “ayuda”, pero también trabajar “de buena manera”.
“Aquí en Venezuela hay futuro. Y mientras estás joven, aprovechar la oportunidad”, afirma.
Es necesario "no acostumbrarse”
Diana Landaeta, de 18 años, es otra joven caraqueña. Al igual que César, vive con su familia: mamá, papá y su hermano menor.
Actualmente trabaja en una oficina de contadores, en la parte operativa, y en fechas especiales en una tienda de arreglos frutales. Comenta a la Voz de América que su primera opción de estudio, luego de salir de la secundaria, era medicina, pero no entró en la universidad pública.
También le gusta estudiar idiomas, y aunque esas carreras las dan en universidades privadas, no cuenta con el dinero para costearla, comenta.
Diana explica que trabaja para poder pagar sus gastos personales y ayudar a su familia, su mamá es profesora universitaria y su papá trabaja en el área de cocina.
Asegura que ser joven en la nación suramericana no es “nada fácil” y requiere “fuerza de voluntad”, “valentía” y plantearse metas.
“Mucha gente antes, a los 18 años, estaba estudiando, conociendo, viajando (…) A nosotros nos ha tocado madurar, crecer rápido, adquirir responsabilidades”, comenta.
Ella y su mamá han pensado en emigrar pues “la situación es fuerte”, pero ella quisiera vivir la experiencia universitaria en su país. Al corto plazo, comenta, le gustaría verse como una persona ya profesional y “tranzándose metas para terminar de cumplirlas”, lo que actualmente es complicado por lo cambiante de las circunstancias, explica.
Asegura que es necesario no acostumbrase a la situación, y hacer un esfuerzo para mejorarlas. También aboga por apoyarse los unos a los otros.
Seguir adelante, aunque “todo te arrastre hacia abajo”
Eduardo Benitez, de 21 años, es otro de los jóvenes caraqueños consultados por la Voz de América.
Estudia tercer semestre de administración en la Universidad Central de Venezuela (UVC), pero también le gusta la carrera de contaduría. A su edad, ya se imaginaba culminando su licenciatura, pero no ha podido. Salió a trabajar y buscar recursos.
Su hermana, de 19 años y quien vive junto a sus padres, también trabaja. Su papá es diabético, su condición ya le afectó la vista, y no ha conseguido trabajo.
Él trabaja en un servicio de emergencia y salud, en el área administrativa. En ocasiones, ayuda con algunos trabajos contables y da tareas dirigidas a niños.
Describe la situación como “frustrante” e incluso “decepcionante”. A esta edad, comenta, ya se imagina independiente y encaminado a cierta estabilidad económica.
“Realmente es un poco frustrante para nuestra generación que no ha podido lograr nada de eso”, afirma.
Si logra sacar su carrera, estima que tiene oportunidades laborales en el país. Pero si no lo hace, sí consideraría emigrar.
“Tener una carga con tu familia, y una responsabilidad, es un poco difícil no tener estabilidad económica”, apunta
Considera que los jóvenes venezolanos han aportado con emprendimientos y proyectos, que pudiesen surgir aún más si las circunstancias políticas fuesen distintas.
“Ese es un granito de arena que está haciendo la juventud ahorita, ya que está imaginando formas de poder seguir adelante, aunque todo nos arrastra hacia abajo”, concluye.