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Analistas: “Sin la Iglesia católica no hay posibilidad de arreglos en Venezuela”


La Iglesia católica participó activamente en las negociaciones formales e informales entre voceros del gobierno de Maduro y la oposición venezolana en 2016.
La Iglesia católica participó activamente en las negociaciones formales e informales entre voceros del gobierno de Maduro y la oposición venezolana en 2016.

La participación de la Iglesia en una posible negociación en Venezuela aportaría credibilidad al proceso y favorecería la aceptación de los acuerdos, estiman expertos en ciencias políticas. El gobierno de Maduro no ha dicho si permitiría una facilitación eclesial.

La eventual participación de la Iglesia Católica en las negociaciones políticas en Venezuela sería determinante para el éxito de los acuerdos entre el gobierno de Nicolás Maduro y sus opositores, a pesar de la fallida experiencia de los diálogos de hace cinco años, estiman analistas.

La posible asistencia del Vaticano en las conversaciones formales para destrabar esa crisis política ganó terreno el lunes pasado, cuando el papa Francisco conversó en una audiencia privada sobre la situación venezolana con el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken.

Blinken y el máximo jerarca de la Iglesia católica conversaron en Ciudad del Vaticano por 40 minutos sobre asuntos de relaciones exteriores, como Venezuela, Siria, Líbano, Bielorrusia, Etiopía, la migración y el cambio climático, según voceros de ambas partes.

El diplomático estadounidense reiteró al Papa y a su secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolín, que la administración del presidente Joe Biden apoya “el retorno a la democracia en Venezuela” e insistió en el deseo de la Casa Blanca de ayudar a ese pueblo suramericano a la “reconstrucción” del país.

El encuentro en la Ciudad del Vaticano ocurrió en momentos en que países como Estados Unidos, Canadá, Noruega y los agrupados en la Unión Europea impulsan un proceso de negociaciones formales con el objetivo de zanjar la situación política de Venezuela. Todo ello con la venia del gobierno de Maduro y de su oposición política.

Un comunicado conjunto de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea reflejó la semana pasada sus deseos de que una negociación “integral, con plazos concretos”, posibilite el restablecimiento de las instituciones nacionales y permita que los venezolanos se expresen en elecciones “creíbles”.

La posibilidad de que la Iglesia se sume formalmente a esas conversaciones políticas es un hecho positivo por tratarse del “único intermediario respetado” por el gobierno de Maduro y sus opositores, según el análisis del diplomático y abogado venezolano Alfredo Coronil Hartman.

“En el proceso de degradación del régimen venezolano, van quedando cada vez menos interlocutores. Sin la Iglesia, no hay posibilidad de diálogo, ni de llegar a ningún tipo de arreglo” político en el país, expresa a la Voz de América.

Hasta hace pocos años, la Iglesia, los medios de comunicación y la Fuerza Armada eran los actores sociales mejor valorados en las encuestas. La restricción progresiva de la prensa y la opinión de que el cuerpo castrense está vinculado políticamente al oficialismo han dejado a la institución católica en el pedestal de esos sondeos de opinión pública, subraya Coronil Hartman.

Un sondeo de la firma Datanálisis reveló en marzo que la Iglesia era el actor social mejor valorado del país, con 60 por ciento de evaluación positiva.

Otra encuesta de la firma pro oficialista Grupo Nacional de Investigaciones Sociales del Siglo XX reportó hace 10 años que 71 por ciento de la población venezolana, de cerca de 30 millones de personas, era católica.

Cuestión de credibilidad

La Iglesia participó activamente en las negociaciones formales e informales entre voceros del gobierno de Maduro y la oposición venezolana en 2016. El Vaticano designó a un enviado especial para esas tareas con el propósito de lograr la “convivencia democrática” en momentos en que el oficialismo inhabilitaba al Parlamento y promovía una Asamblea Nacional Constituyente.

En enero de 2017, ese diálogo se dio por terminado por incumplimiento de los compromisos acordados, con alusiones de voceros vaticanos a la responsabilidad en ello del poder ejecutivo venezolano.

Benigno Alarcón Deza, politólogo y director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, reivindica el “muy alto” nivel de credibilidad del que goza la Iglesia católica en Venezuela.

Su buen nombre abonaría su papel como facilitador del diálogo en el país, asegura, si bien advierte que no existe suficiente información pública de lo conversado en privado entre los actores internacionales sobre esa posibilidad.

“Un proceso de negociación donde participe la Iglesia como uno de los actores facilitaría que la gente aceptara los acuerdos que se derivaran de ese proceso. Por lo menos, allanarían el camino para que la gente los aceptara. Básicamente, ese es el valor agregado que la Iglesia le da a su participación”, indica a la VOA.

Consideró que la Iglesia, aunque mantiene sin lugar a dudas la voluntad de seguir siendo facilitadora, “entraría con mucha cautela” a un diálogo en Venezuela, porque “lo intentó una vez y no hubo buenos resultados”.

Alarcón Deza resalta que Guaidó aceptó la posible facilitación eclesial, mientras que el gobierno de Maduro no se ha pronunciado sobre ese escenario.

La semana pasada, el cardenal venezolano Baltazar Porras manifestó la disposición de la Iglesia de servir como “facilitadora” del diálogo, aunque descartó la posibilidad de que sea mediadora en el proceso de negociación.

“Como siempre, el papel nuestro, no tiene que ser ni siquiera de mediador pero sí de facilitador”, expresó el líder religioso a la emisora Unión Radio.

Hizo votos, asimismo, porque se defina concretamente “lo que queremos y hacia dónde queremos ir” en el diálogo político, sin “pañitos calientes”, una frase coloquial que alude en Venezuela a medidas insuficientes o engañosas.

Maduro pide de antemano que la negociación contemple la suspensión de las sanciones económicas, el reconocimiento de los poderes venezolanos que preside y la liberación de fondos congelados en el extranjero.

La oposición, por su parte, demanda la definición de un cronograma electoral que incluya presidenciales y parlamentarias, y el reforzamiento de la ayuda humanitaria en el país, agobiado desde hace años por una aguda crisis integral.

Sin engaños

El Vaticano tendrá que “hacer valer su intervención de alguna manera” en el nuevo proceso de negociaciones, opina Coronil Hartman, por su parte.

A su entender, la Iglesia católica no puede prestarse a “engaños ni a maniobras del régimen” y su participación en cualquier proceso debe estar “avalada por una actitud de juego limpio” tanto de Maduro como de sus opositores.

La comunidad internacional, incluida en ella la Santa Sede, no tiene por delante una tarea sencilla de resolver en el caso venezolano, opina Coronil Hartman.

Observa a una oposición “autodescalificada” por sus propios errores y nota que “la acción política clásica no tiene vía de acceso a la realidad” de un país que se debate entre un gobierno denunciado como ilegítimo, el de Maduro, y la presidencia interina del líder opositor Juan Guaidó, que a juicio del analista, no ha dado resultados pese a su reconocimiento por parte de unos 50 gobiernos del mundo.

El papa Francisco, entretanto, ha manifestado opiniones sobre Venezuela que han desconcertado y “hasta irritado” a un sector de la oposición local, advierte.

“Confío en su buena intención y en la posibilidad de que la Santa Sede sea intermediaria del diálogo” en el país, opinó Coronil Hartman.

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