El número de homicidios en Venezuela se incrementó dramáticamente en 2015, alcanzando un total de 27.875 muertes violentas y una tasa de 90 homicidios por cada 100.000 habitantes.
De acuerdo al último informe de 2015 del Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV), la tasa de homicidios será comparable solo con la de El Salvador, que tuvo también un incremento importante en este año.
Salvo estos dos países, la tendencia de toda la región ha sido a la estabilidad o disminución en el número de homicidios. Inclusive en Honduras, que el año pasado fue el país más violento del continente, hubo una reducción pronunciada de los homicidios.
Las estimaciones son que para fines de 2015, se habrán cometido en América Latina y el Caribe un total de 145.000 homicidios, de los cuales Venezuela aporta el 19%. Es decir, que uno de cada cinco homicidios que se cometen en la región lo padece un venezolano.
A diferencia de El Salvador, donde ha aumentado la violencia originada por las pandillas o maras, en Venezuela, la violencia de este año ha estado acompañando al deterioro general de las condiciones de vida.
“El empobrecimiento, la escasez, la inflación, el deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores y asalariados, la disminución de la disponibilidad y variedad de alimentos y medicamentos, la debilidad creciente de los servicios de salud y educación, el incremento del miedo y la pérdida del espacio público” tienen que ver con la violencia venezolana, según el reporte.
La OVV identifica seis factores que explican el incremento: una mayor presencia del crimen organizado, el deterioro de los cuerpos de seguridad, la privatización de la seguridad, la militarización represiva de la seguridad, el empobrecimiento de la sociedad y la impunidad generalizada, y la destrucción institucional del país.
“Todos estos factores no son nuevos en el país y se puede argumentar que existen también en otros países de la región” –apunta el reporte. “Sin embargo, la magnitud del deterioro que han alcanzado en Venezuela en estos años es tan grande, que quizá sea lo que explique por qué una sociedad que fue modelo de progreso social y convivencia pacífica, al finalizar el año 2015 sufra de las más altas tasas de criminalidad del mundo”, concluye.