Hasta el minuto 83 de partido las caras de los salvadoreños en las tribunas eran de tristeza.
Para los venezolanos por su parte, aunque un grupo muy pequeño comparado con los miles de centroamericanos, era todo fiesta. Los hombres tocaban los tambores, las mujeres bailaban y todos coreaban apoyando a su selección que ganaba por la mínima diferencia al combinado salvadoreño desde el minuto 29.
Una fiesta venezolana que parecía perdurar hasta el final, pero que el reloj se encargó de terminar. Al menos para los venezolanos que veían, a siete minutos para llevarse la victoria, como los salvadoreños igualaban y luego sobre tiempo, les dejaban sin nada que celebrar.
Edwin Sánchez anotó el segundo gol para su equipo a los 90 minutos que hizo romper en delirio a su público en la tribuna, que llegaron en gran número al estadio RFK en Washington, y callar el carnaval que los venezolanos habían mantenido durante todo el partido.
Para los salvadoreños no hubo tiempo de bailar ni cantar, era todo júbilo, abrazos y alegría. Dos minutos más tarde el partido terminó, pero fueron los dos minutos más emotivos de todo el encuentro.
"Fuimos siempre superiores pero al final no logramos mantener el nivel y los salvadoreños aprovecharon las oportunidades que tuvieron. Nos marcaron dos goles en menos de diez minutos", dijo Fernando Aristeguieta a la Voz de América, el jugador venezolano que anotó el primer gol del partido y que ilusionó a su público que como él terminaron con las caras largas.
Aunque los venezolanos celebraron durante casi todo el partido, con el final del duelo la fiesta apenas comenzaba para los salvadoreños que se fueron con una victoria inesperada.