En la sala de reuniones de lo que antes era un hotel refinado, niños ucranianos gritan de felicidad durante un espectáculo preparado para ellos y por la alegría de abrir regalos.
En un país donde los niños han visto los horrores de la guerra durante 10 meses, algunas personas tratan de llevarles un poco de paz y alegría, al menos por un momento, durante estas navidades en Ucrania.
El lujoso hotel Venice, a las afueras de Kiev, es ahora un centro de rehabilitación que alberga a niños que han sufrido los horrores de la invasión rusa.
“Cuando son fiestas, es más fácil”, dijo Ksenia, una niña de 12 años de Bakhmut, una ciudad en el este de Ucrania que ha sido el epicentro de duros combates entre los ejércitos de Rusia y Ucrania.
“Nos olvidamos de la guerra. Es más fácil distraerse”, añadió tras un espectáculo con actores, algunos vestidos como personajes de Disney.
Ksenia era una de los 62 niños entre 6 y 12 años que celebraban el día de San Nicolás el lunes 19 de diciembre. Es una fecha en la que los niños ucranianos suelen recibir regalos y que marca el inicio de la temporada de fiestas invernales.
“¿Por qué pelean nuestros soldados? Por el futuro, porque sin él, no habrá nada. Y los niños son nuestro futuro”, dijo Artem Tatarinov, director del centro de rehabilitación. Allí, afirmó, han recibido a niños que en lugar de jugar tuvieron que esconderse en un refugio para huir de las bombas y que han descubierto el duelo al perder a sus familiares.
UNICEF estima que de los aproximadamente 7 millones de niños ucranianos, al menos 1,2 millones se han visto desplazados dentro del país debido a la guerra.
Este centro acoge a los niños durante dos semanas en las que reciben terapia y tienen sesiones con psicólogos para tratar de procesar el trauma de la guerra. “Es como un centro temporal de rehabilitación de la guerra”, dijo Alevtyna, una tutora, que declinó dar su apellido por motivos de seguridad.
Ella trabaja con los niños a todas horas, sacrificando su vida personal, pero también ha encontrado un espacio seguro para ella. Como otros mentores del centro, Alevtyna es del este de Ucrania, que ahora se ve bajo fuego constante. Su localidad natal, Kostyantynivka, está apenas a 23 kilómetros (14 millas) de Bakhmut.
Para los niños, explicó Alevtyna, el centro puede ser como una isla de felicidad, pero no resulta fácil para ellos.
“A menudo hablan de la guerra, lloran”, dijo. “Los niños tienen miedo de dormirse, tienen miedo de apagar la luz”.
Más de 1.300 niños de todo el país han pasado por el centro en los últimos seis meses.
“Resulta difícil trabajar así cuando ves niños que no sonríen, cuando se les ha arrebatado la niñez”, dijo Tatarinov, el director del centro. En una ocasión, dijo, conoció a un chico de 12 años que había descubierto el cuerpo sin cabeza de su hermano, a 10 metros de su casa, tras un ataque de mortero.
“Eso es imposible de olvidar, pero hacemos todo lo que podemos”, añadió Tatarinov.
Por eso, esta semana los tutores y él trataron de centrarse en las fiestas. La representación del lunes llevó alegría a los niños por un rato.
“Al menos durante una hora, pero pueden volver a creer en los milagros, volver a creer en la bondad, en que los héroes de cuento llegan”, dijo Tetiana Hraban, responsable del Instituto Golda Meir de la Sociedad Civil, que ayudó a organizar la representación.
Los actores en el escenario preguntaron a los niños qué querían estas navidades. Las desgarradoras respuestas llegaron a gritos todas a la vez: un generador, una batería de reserva, un casa.
“¡Victoria!” dijo un niño, y todos los demás lo repitieron con una sola voz, antes de aplaudir.
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