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Trinidad y Tobago: El reto educativo de los migrantes venezolanos


Niños y jóvenes inmigrantes venezolanos en Trinidad y Tobago no tienen acceso a educación pública. Algunos aprenden a través de organizaciones privadas.
Niños y jóvenes inmigrantes venezolanos en Trinidad y Tobago no tienen acceso a educación pública. Algunos aprenden a través de organizaciones privadas.

La educación en Trinidad y Tobago es gratis y obligatoria para menores de entre cinco y 15 años, según lo estipula una estricta ley nacional.

"Quien descuida o se niega a hacer que el niño asista a la escuela, a menos que el niño está legalmente exento de asistencia, en consecuencia, enfrentará una multa de setenta y cinco dólares", dice la regla en referencia a un día de ausencia al salón de clases.

La norma, aunque clara, según la ley de educación de Trinidad y Tobago, tiene sus excepciones, pues no aplica para todos los menores que se encuentran en el país, sino solo para ciudadanos.

En ese caso, los niños de inmigrantes no cuentan con dicho beneficio. La única educación a la que pueden acceder los menores inmigrantes es a centro privados o a clases ofrecidas por organizaciones sin ánimo de lucro.

El reto de educar niños en Trinidad y Tobago
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La migración venezolana

Trinidad y Tobago se ha convertido en uno de los destinos de los venezolanos que abandonan su país en busca de mejores oportunidades de vida. En la isla habitan unos 40.000 venezolanos, según cifras de la Agencia para los Refugiados de la ONU (ACNUR).

La masiva llegada de esta y otras poblaciones ha causado dificultades en el sistema, según señala Avonelle, directora de la organización ITNAC. Por eso, -explica-, las posibilidades para que los niños obtengan lo necesario en materia educativa son altamente limitadas.

"Será deber de los padres de cada niño en edad escolar obligatoria, para que reciba educación eficiente a tiempo completo adecuada a su edad, habilidad y aptitud, por asistencia regular a una escuela", indica en uno de sus acápites la ley nacional de educación de Trinidad y Tobago.

Así que muchos venezolanos que buscan garantizar la educación de sus hijos, se ven obligados a buscar alternativas para que al menos aprendan lo básico llevándolos a diario a salones de clase informales, donde voluntarios y personas con vocación, aportan su conocimiento a los niños.

"En Venezuela me desempeñé como docente, tengo aproximadamente 15 años en educación (…) Supe de ellos y me gustó mucho, porque se trata de ayudar a mis paisanos, a los niños venezolanos y me interesó mucho, entonces me avoqué a trabajar con esta organización", narró Eliécer, un venezolano que desde hace más de 20 años vive en Trinidad y Tobago.

Explica que su reto más grande como maestro es llegar a un punto de enseñanza en el que sus contenidos sirvan para todos, pese a la diferencia de edades.

Alrededor de 70 niños van a diario a las oficinas de Itnac, donde trabaja Eliécer. Allí se organizan en torno a una mesa, en un intento por conseguir un ambiente escolar.

Son dos clases y debido a las limitaciones de maestros, niños entre 5 y 16 años se mezclan en su jornada de aprendizaje diario.

"No estamos yendo tan en profundidad por ahora, por ejemplo, en operaciones matemáticas y si hablamos por ejemplo de la materia del idioma inglés, estamos yendo también a lo más básico. Palabras esenciales que ellos puedan utilizar en su estilo de vida día a día", afirmó.

Los costos operativos, según señala Avonelle, son altos, pero con donaciones logran planear y tener la certeza, de que al menos por los próximos meses, podrán seguir enseñando. “Durante los próximos 10 meses tenemos todos nuestros costos operativos. Digamos entre 40 y 50 mil titis al mes, lo que equivale a 8 mil dólares estadounidenses ", asegura.

Los niños, con quienes la Voz de América pudo dialogar en su salón de clases, hablan de Venezuela como un sueño, como un lugar al que confían que regresarán.

El idioma ha sido uno de los más grandes retos, pero desde su perspectiva noble e inocente, menores como Hannah, aseguran que han disfrutado lo que viven, pese a las dificultades.

"Lo diferente es el idioma, pero a lo menos, cuando llegue a Venezuela voy a estar con dos idiomas", dijo el pequeño a la VOA.

A su corta edad, estos niños han vivido el desprendimiento de familiares, el descubrimiento de un nuevo entorno, un nuevo idioma, una nueva vida, pero más difícil aún, conocer su país a partir de lo que escuchan a su alrededor.

Hanna, ¿qué extrañas de Venezuela?: "Lo que más extraño es Maduro porque Maduro antes era bueno, ahora significa que ahora viene a ser malo", respondió el menor de cinco años.

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