A los 68 años, Sandra Jackson, originaria de Pasadena, en el estado de Maryland, asegura que cada persona tiene algo bueno con lo que contribuir a su comunidad. Sandra trabaja como voluntaria todos los días llevando de un lugar a otro a gente que no tiene permiso de conducir.
Esta es la forma que Sandra eligió para marcar una diferencia al fomentar una comunidad que ayuda a todos sus residentes, especialmente a los ancianos, en una población a unos 80 kilómetros de Washington, DC.
Tras recibirse de la carrera de gerontología, Sandra y dos amigas comenzaron a preocuparse por su deber con la sociedad y empezaron a buscar modos de canalizar esa inquietud por ayudar a los miembros ancianos de su comunidad. Así es como comenzó su servicio voluntario.
“Decidimos que permanecer en su propio hogar es lo que la gente más desea”, explica. “Pero llega un momento en el que uno no puede conducir más, especialmente en un área rural como esta, donde no hay transporte público”.
Sentimiento arraigado
Sandra decidió coger su auto y conducir a las personas mayores a sus citas médicas, a las farmacias o a las tiendas, y co-fundó la organización no lucrativa Socios En Cuidado, que coordina a los voluntarios y a las personas que lo necesitan.”Empecé con la búsqueda de gente que necesitara ayuda. Al principio teníamos 13 personas que necesitaban ayuda y otras13 que estaban dispuestos a darla. Ahora tenemos 2.500 miembros”, explica Jackson.
Cada mes, gran cantidad de nuevos voluntarios se suman a las filas de Sandra. “Todos ellos tienen talento, algo con lo que contribuir”, reconoce. “Nuestro trabajo aquí es ayudarles; ayudarnos los unos a los otros. Esta es la forma de mantener el programa en funcionamiento”.
Sandra asegura que el trabajo como voluntaria ha constituido una parte importante de su vida desde la escuela, cuando asistía a los orfanatos del barrios para cuidar a los niños. Recientemente ganó 26 menciones de honor de la asociación 'Voluntarios Mayores Enrich America', que premia a los voluntarios mayores de 50 años.
“Me siento bendecida por haber hecho esto toda mi vida. Es reconfortante porque te das cuenta de que haces la diferencia en la vida de alguien casi todos los días, y eso es un gran sentimiento”.