Anastasia Cherviakova es una joven ucraniana de 21 años que huyó de su país después de la invasión de Rusia hace un año y actualmente reside en España, donde imparte clases de español a otros refugiados ucranianos que esperan con ansias el día en que puedan regresar a su patria.
Recordar la odisea es doloroso. Anastasia dijo a la Voz de América que en los primeros días de la guerra “todo era como un sueño”.
“Cuando empezó la guerra, para mí era como un día normal. Es que el 24 de febrero me desperté con el ruido de los aviones, pero no entendí que eran los aviones”, dijo la joven. “Me fui a dormir porque ese día tenía clases online en mi universidad y no podía imaginar que la guerra había comenzado”.
Después vino el éxodo, la partida de Ucrania. Fue en marzo. “Porque mi mamá tenía mucho miedo. No podía trabajar normalmente. Tenemos familiares en Mallorca y por eso nos fuimos”.
El viaje lo recuerda como algo horroroso. “Había muchísima gente, muchísima, en las fronteras. Las madres y las madres con los niños pequeños”.
En unos días llegaron a Mallorca, pero ella no ha podido borrar toda la odisea y la realidad de estar en otro país que no es el suyo.
“Yo no puedo explicar ese sentimiento, es un método todavía”, dijo a la VOA. “Todos los días, cuando leo las noticias, me duele mucho. Me duele todo. Me duele físicamente Me duele mentalmente. Me siento como que no puedo estar en casa y esas cosas”.
Para Anastasia la vida lejos de su tierra es dura.
“Ahora puede decirse que ahora todavía no puedo creer que es realidad, que a veces vivimos así, que no puedo volver a Ucrania porque tengo que cruzar tres o dos fronteras para volver a Ucrania. Todos estos días son, para mí, como un sueño. No podía imaginar. No podía creer. No podía cómo entenderlo todo”, confesó.
Ella mantiene contacto con otros ucranianos desplazados, que luchan también en el extranjero. Una amiga vive en Alemania y ambas comparten sus sentimientos. “Ahora creo que ellos sienten las mismas emociones, porque todavía no podemos dejarlo dejar nuestra vida atrás solos y no podemos vivir otra vida”.
Empezar a vivir otra vida “duele mucho” y Anastasia cree que "todos los ucranianos sienten lo mismo”.
¿Y la esperanza de que la guerra termine pronto?
“Pues yo, yo creo en eso, claro, lo creo y quiero muchísimo. Pero ya hace un año, hace un año. Es tanto tiempo. Un año es mucho, mucho tiempo. Y pues claro que todavía yo trato de no perder la esperanza, pero para mí todo eso es muy, muy difícil. Por ejemplo yo tengo sesiones con un psicólogo, porque sin esas sesiones creo que no podía soportarlo”.
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