La posible exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua de la IX Cumbre de las Américas ha generado una polvareda diplomática de alto nivel en Latinoamérica.
Un puñado de naciones de la región alineadas ideológicamente con la izquierda han criticado que Estados Unidos, el anfitrión, excluya a los gobiernos de La Habana, Caracas y Managua del evento, que se realizará del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, California. Los presidentes de México y Bolivia han dicho que en tal caso, se ausentarían del encuentro continental.
La Casa Blanca del presidente Joe Biden, anfitriona del evento, está realizando consultas con múltiples países latinoamericanos a raíz de las posturas de los dignatarios de México y Bolivia de no asistir al evento si no se invitaba a Venezuela, Nicaragua y Cuba, pudo conocer el jueves la Voz de América.
Un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional indicó a la VOA el jueves que la IX Cumbre de las Américas sigue siendo el evento de “máxima prioridad para el hemisferio” occidental para el gobierno estadounidense, que aspira a "ser anfitrión de una Cumbre de las Américas segura y exitosa".
“Las invitaciones no han sido enviadas hasta el momento. Esperamos que salgan pronto”, precisó el portavoz.
La Cumbre, que se celebra cada tres años, es considerada desde su origen como una oportunidad de unificar esfuerzos regionales para tratar asuntos como la migración, la democracia y el desarrollo económico. Washington valora la cita como una prioridad estratégica para promover esfuerzos conjuntos a favor de la democracia en América.
En esta edición, EEUU insiste en la necesidad de compromiso con la democracia en la región y busca discutir temas como las elecciones libres, participación ciudadana y derechos humanos, en los cuales han reprobado Cuba, Venezuela y Nicaragua, según informes de organizaciones independientes.
EEUU ha impuesto sanciones a Cuba, Venezuela y Nicaragua por sus prácticas antidemocráticas y violaciones de derechos fundamentales de sus ciudadanos.
Los tres países son también los principales aliados continentales de Rusia, con quien EEUU, Europa y otros aliados mantienen un pulso diplomático, intensificado luego de la invasión de Ucrania.
En el caso de Venezuela, Washington reconoce como presidente interino al líder opositor Juan Guaidó.
Cuba fue excluida de las primeras seis cumbres continentales, pero participó en la cita de 2015 en Panamá, donde los presidentes Raúl Castro y Barack Obama se reunieron mientras intentaban mejorar sus relaciones binacionales.
La primera Cumbre continental la organizó el gobierno del expresidente estadounidense Bill Clinton, en 1994, en Miami. La última fue en Lima, Perú, hace cuatro años. Esta cita sería la segunda que se celebra en EEUU.
Polvareda regional tras postura del presidente de México
El primer presidente latinoamericano en elevar públicamente el tono por la posibilidad de que sus colegas de Cuba, Venezuela y Nicaragua no fueran invitados fue el mexicano Andrés Manuel López Obrador.
“Llevamos muy buena relación con el gobierno del presidente [Joe] Biden y queremos que se invite a todos. Esa es la postura de México (…) si hay exclusión, si no todos son invitados, habrá una representación del gobierno de México, pero no iría yo”, expresó López Obrador el martes, poco luego de visitar Cuba y reunirse con su par Miguel Díaz-Canel y saludar a Raúl Castro.
Tras la postura de López Obrador, comenzaron a surgir reacciones similares en gobiernos de izquierda de América Latina. El presidente de Bolivia, Luis Arce, también dejó en duda el miércoles su participación en el evento regional.
“Una Cumbre de las Américas que excluye a países americanos no será una Cumbre de las Américas plena, y de persistir la exclusión de pueblos hermanos, no participaré de la misma”, escribió el dignatario boliviano en Twitter.
Xiomara Castro, presidenta de Honduras y esposa del expresidente hondureño Manuel Zelaya, un viejo aliado de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, también dijo que una Cumbre de las Américas no sería tal “si no estamos todas las naciones”.
El mandatario de Argentina, Alberto Fernández, confirmó durante una visita oficial a Alemania que participaría en la reunión continental del próximo mes, pero abogó porque se conviden a todos los gobiernos de América.
“Le pido a los organizadores lo que López Obrador ha pedido: que inviten a todos los países latinoamericanos”, indicó el también presidente temporal de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
El presidente mexicano repondió el jueves a una pregunta de periodistas que "no" temía que EEUU tomara su postura como un boicot a la Cumbre.
"Nuestro trato se da a partir de un pie de igualdad y siempre ha sido muy respetuoso", dijo López Obrador, reportó Milenio.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, también podría ausentarse, de acuerdo con funcionarios del gobierno brasileño, según el New York Times.
No se han enviado las invitaciones a la Cumbre todavía
Brian Nichols, subsecretario de Estado para asuntos del hemisferio occidental, dijo el jueves al diario español El País que a su gobierno no le parecía “conveniente” invitar a la cita a los gobiernos de países “que no respetan la democracia”.
El Departamento de Estado estadounidense dijo a la Voz de América que la Cumbre es un evento organizado por la Casa Blanca y dirigió cualquier pregunta a la misma.
Jen Psaki, secretaria de Prensa de la Casa Blanca, dijo el martes que hasta este momento no se había tomado “una decisión final” sobre los invitados.
Ned Price, portavoz del Departamento de Estado, aclaró esta semana que la institución tendrá “más que decir” sobre el asunto a medida que la cumbre se acerque.
“Será una oportunidad para los países a lo largo del hemisferio para unirse para hablar sobre nuestros valores compartidos, los intereses compartidos que nos unen. La Casa Blanca, como anfitrión de la IX Cumbre, determinará a cuáles países invitará”, expresó Price a la prensa, el martes.
Gregory Meeks, congresista y presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, explicó a la VOA que las eventuales invitaciones a los gobiernos de esos tres países era un tema aún en debate.
“Estoy escuchando de muchos amigos en el Caribe y en América Central y del Sur. Y tengo la intención de estar más involucrado (…) Tengo la intención de tener algunas conversaciones al respecto”, manifestó Meeks, este jueves.
Según el legislador estadounidense, el gobierno mantiene conversaciones sobre el asunto con sus “aliados” y está al tanto de las posturas distintas de otras naciones. “Están tratando de equilibrar las dos”, agregó.
Aunque no está establecida una fecha específica para el envío de las invitaciones, por lo general se emiten el mes antes de la Cumbre.
¿Una estrategia antes de las elecciones?
América Latina se ha debatido durante décadas entre la coexistencia pragmática con dictaduras y su exclusión por países democráticos, apunta el exembajador venezolano y especialista en relaciones internacionales, Emilio Figueredo.
“No se puede pretender estar bien con Dios y con el diablo”, dice, negando que la Cumbre pueda calificarse como un fracaso si algunos gobiernos deciden no asistir.
“Sería un fracaso tener que claudicar invitando a dictaduras a una cumbre. Es un juego de ajedrez. ¿México va a ser capaz con Argentina de crear una ‘anticumbre’? ¿Acaso [México] va a dejar de asistir, con su relación particular y necesaria con Estados Unidos?”, preguntó.
El experto Emilio Figueredo no considera que la polémica por los invitados o excluidos en la cita de Los Angeles deba reducirse a un conflicto entre la izquierda y la derecha.
La idea de excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua de la cumbre continental puede ser un intento del gobierno de Biden de “bajar los costos de una política exterior un poco más libre” que la planteada por el partido republicano, opina el especialista venezolano en relaciones internacionales Luis Angarita.
“El conflicto de la posición de Estados Unidos deriva de la campaña de las elecciones de medio término”, a celebrarse en noviembre, dice a la VOA. Los republicanos aspiran a lograr un triunfo contundente dentro de cinco meses y utilizarán los errores de política exterior de Biden como punta de lanza, augura.
El 8 de noviembre se celebrarán elecciones para renovar los 435 asientos del Congreso estadounidense y 35 de los 100 cargos del Senado. Además, se llevarán a cabo comicios estatales y locales en 39 estados. Históricamente, estas votaciones suelen castigar al partido del presidente gobernante.
Los influyentes senadores Robert Menéndez (demócrata) y Marco Rubio (republicano), del comité de Relaciones Internacionales del Senado, se oponen a la asistencia de los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua a la Cumbre.
“Esto es como invitar al zorro a la casa de la gallina”, dijo Menéndez a The Hill, valorando la Cumbre de las Américas como una oportunidad para las democracias regionales, no para “matones autoritarios”.
La eventual exclusión de tres naciones del evento de Los Angeles debe suponer “algún pacto” dentro de la política interna del partido de Biden con el fin de mantener las aguas domésticas en paz y conseguir mejores resultados electorales en noviembre próximo, dijo Angarita.
El analista advierte que ello rivaliza con sus intentos de “cambio” en la política regional, más proclive al diálogo regional que la de la anterior presidencia.
Subraya el caso venezolano como una complicación adicional a la polémica de quién será invitado: si Guaidó o Maduro.
“Es una contradicción tener dos representaciones o mantener una posición ambigua sobre Venezuela”, opinó.
Figueredo, por su lado, insiste en que Estados Unidos “no puede someterse a una especie de chantaje” de parte de gobiernos cercanos al trío en cuestión.
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