El tanque Abrams M1 de Estados Unidos es ampliamente considerado como el tanque tecnológicamente más sofisticado en uso.
Propulsado por un motor de 1500 caballos y con una tripulación de cuatro soldados, su poderoso cañón de 120 milímetros puede destruir tanques y blindados pesados mientras tres ametralladoras pueden eliminar enemigos y vehículos cercanos.
Único problema: el Abrams funciona mejor con combustible para aviones, lo que aumenta los gastos y la logística para operarlo.
Ed Arnold, Royal United Services Institute, explica: “Superan las capacidades rusas en términos de potencia de fuego y, ciertamente, de protección. También tienen una mejor óptica, una mejor estabilización, por lo que son mejores para disparar en movimiento. También son mejores en la localización y también son críticos en la guerra de tanques al realizar el primer disparo. Entonces los tanques marcarán una diferencia real."
También el Leopard 2 tiene muchas características del Abrams y ofrece las mismas ventajas, pero utiliza el más común diesel como combustible.
Ambos tanques están diseñados para proteger mejor a su tripulación, con las municiones lejos de los soldados, en comparación con los tanques soviéticos utilizados actualmente tanto por Ucrania como Rusia.
Gian Gentile, excomandante de tanques del ejército de EE. UU. habla de los tanques soviéticos: “En un tanque T-72, las rondas están dentro de la torreta con la tripulación, y son mucho más propensas a estallar y causar daños catastróficos a la tripulación del tanque y al tanque mismo".
La disponibilidad es el mayor activo del Leopard en comparación con los Abrams. Más de 2.000 están repartidos por varios países europeos, que ya están enviando estos tanques.
Entre tanto, en camino hacia Ucrania están también los Challengers 2 de Gran Bretaña. Parecido a los tanques alemanes y estadounidenses, el tanque inglés es más lento, pero su alcance de 500 kilómetros supera ampliamente los alemanes y estadounidenses.