Miles de trabajadores del sector turismo protestaron el jueves en el sureste de Perú en contra de la decisión del gobierno de vender, a través de una empresa privada, las entradas a la turística ciudadela inca de Machu Picchu, el lugar más visitado del país.
La protesta se realizó en el distrito de Machupicchu, el pueblo más cercano al complejo arqueológico, en la región Cusco. Las televisoras mostraron cómo un grupo de trabajadores turísticos bloquearon temporalmente el paso del tren que trae a los turistas desde la ciudad de Cusco, ubicada a 70 kilómetros. Luego los manifestantes caminaron por el costado de la vía férrea tras la llegada de la policía.
El sábado pasado se inició la venta de 3.500 entradas diarias a la ciudadela inca a través de la plataforma digital Joinnus, perteneciente a la familia Romero, una de las más ricas de Perú. Otros 1.000 boletos diarios se siguen ofertando de forma presencial en las oficinas estatales en el distrito de Machupicchu.
Desde hace más de 15 años las entradas se vendían en una plataforma digital del gobierno en Cusco, criticada porque con frecuencia los boletos se agotaban muy rápido. El aforo diario actual es de 4.500 personas.
La ministra de Cultura, Leslie Urteaga, dijo a la prensa que el gobierno busca llevar un control más “transparente” de los ingresos obtenidos por la visita a la joya del turismo peruano. Añadió, sin dar detalles, que antes la venta de boletos había sido manejada “a su antojo” por algunos grupos en Cusco.
El ministerio de Cultura presume que en 2023 hubo 1,8 millón de dólares que no ingresaron al fisco porque la oficina regional de ese ministerio en Cusco no entregó el dinero de las ventas de más de 90.000 entradas. La información se conoció porque una empresa privada que realiza el traslado en buses de turistas desde el distrito de Machupicchu hasta la puerta de la ciudadela, indicó que en 2023 ingresaron 975.203 personas, mientras que la oficina regional de Cusco del ministerio reportó 884.964 personas.
Hoteles, restaurantes, tiendas y mercados en el distrito de Machupicchu no funcionaron durante la jornada en apoyo a la protesta.
Los manifestantes consideran que la nueva venta de boletos desalentará la presencia de turistas en el distrito de Machupicchu donde los visitantes solían quedarse a veces más de un día esperando obtener un boleto de forma presencial.
Cientos de pequeños empresarios temen que la nueva forma de venta perpetúe la acaparación de boletos por grandes operadoras de turismo que luego revenden las entradas. En 2022, seis agencias de turismo compraron más de 47.000 boletos en 48 horas, pese a que las entradas son de uso personal y para un día específico, según datos oficiales.
Alfredo Cornejo, líder de un gremio que agrupa a unos 1.600 pequeños empresarios turísticos, dijo a The Associated Press que el contrato entre el gobierno y la plataforma digital de venta de entradas Joinnus no ha sido publicado pese a los reiterados pedidos y que eso levanta sospechas sobre su contenido.
Cornejo teme que la nueva plataforma de venta de entradas, perteneciente a uno de los grupos económicos más poderosos de Perú, use la base de datos que obtiene de los turistas para pasar esa información a los grandes operadores del turismo quienes de inmediato podrían ofrecer a los visitantes los servicios de alojamiento, alimentación, transporte y otro tipo de paquetes turísticos en detrimento de los pequeños empresarios del turismo.
“El negocio está en la base de datos que contiene los contactos de las personas que van a llegar a Perú mucho antes de que lleguen y eso permite hacer ofertas de tours que podrían liquidar a los pequeños empresarios", dijo.
En la víspera, más de 3.000 trabajadores del turismo protestaron por las calles de la ciudad de Cusco, quemaron retratos de la ministra de Cultura y exigieron su renuncia. Varios legisladores presentaron durante la jornada dos mociones de interpelación contra la ministra de Cultura.
El ingreso diario de visitantes a Machu Picchu ha ido en aumento con el paso de los años y ha encendido la preocupación de quienes buscan la conservación de la ciudadela de piedra considerada una de las siete maravillas del mundo moderno.
Arqueólogos que trabajan en Machu Picchu le dijeron a The Associated Press en 2020 que según sus estudios se calcula que en el siglo XV vivían como máximo 410 personas en la ciudadela por lo que el ingreso masivo de visitantes podría ser perjudicial para su conservación.
La ciudadela inca fue construida en el siglo XV como santuario religioso de los Incas y se ubica en la Amazonía del sureste peruano a 2.490 metros de altitud.
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