En su primera semana como empleada de una clínica de abortos en Filadelfia, Amanda Kifferly aprendió a buscar bombas. Un año después, varios manifestantes bloquearon las entradas y salidas de The Women’s Centers, sacaron a Kifferly a la rastra a algo que parecía ser la olla en un concierto de rock, la rodearon y la empujaron.
Y en la última noche de alegatos frente a la Corte Suprema sobre el derecho nacional al aborto, los manifestantes se concentraron frente a una clínica en Nueva Jersey con sillas de jardín, una hielera y una antorcha, algo que evocaba los linchamientos y otros horrores del pasado racista, dijo Kifferly, actualmente vicepresidenta para el acceso al aborto.
Proveedores y pacientes se han familiarizado con esas escenas de violencia en todo el país desde el histórico fallo Roe vs. Wade de 1973, que legalizó el aborto. A veces la violencia se ha agravado al punto de recurrir a bombas, incendios intencionales y asesinatos, desde la muerte del doctor David Gunn frente a una clínica de abortos en Florida en 1993 hasta las de tres personas en un local de la organización Planned Parenthood en Colorado en 2015.
La Corte Suprema de Estados Unidos revocó el viernes las protecciones constitucionales para el aborto que estuvieron vigentes durante casi 50 años, en una decisión de su mayoría conservadora que anuló el caso Roe vs. Wade. Se espera que el paso conduzca a la prohibición del aborto en aproximadamente la mitad de los estados de la Unión Americana.
Ahora los proveedores y algunos jefes policiales temen lo que sucederá próximamente. Se preparan para un aumento de la violencia una vez conocido el fallo de la Corte Suprema, ya que históricamente siempre ha habido un pico cuando el tema del aborto suscita atención generalizada, por ejemplo, cuando un estado aprueba nuevas restricciones.
Anticipan que las protestas, acoso y otros actos de violencia se intensificarán en los estados donde el aborto siga siendo legal.
“Sabemos por experiencia que la gente que protesta frente a las clínicas en los estados que prohíben no empacan sus cosas y se van”, dijo Melissa Fowler, jefa de programas para la Federación Nacional por el Aborto.
El grupo y los cientos de clínicas que representa están en “alta alerta” desde que se filtró el borrador, dijo Fowler. El personal especializado en seguridad de la organización está de guardia las 24 horas. Van a las clínicas a realizar zafarranchos con escenarios como amenazas de bomba o agresores armados y les indican dónde colocar las cámaras de seguridad, También asesoran a médicos en sus hogares, monitorean las amenazas en línea y mantienen contacto con la policía local.
En algunos lugares, la policía local trabaja con las clínicas para tratar de reducir la posibilidad de violencia con agentes de guardia y otras medidas disuasivas, pero la relación entre las clínicas y la policía no siempre es positiva y una fuerte presencia policial puede asustar a las pacientes, dijo Fowler. Según Kifferly, las relaciones entre las clínicas y la policía varía según la ciudad y el estado. Recuerda que cuando la asaltaron frente a la clínica en Filadelfia, pidió auxilio a un policía que le dijo que “llame al 911”.
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