Como todos los años, en octubre, los peruanos se congregan para expresar su devoción al Señor de los Milagros, también conocido como el Cristo Moreno o el Cristo de Pachacamilla, una fe que se ha ido transmitiendo de generación en generación y que ha traspasado fronteras, por lo que ahora la diáspora peruana sale a las calles de Washington para celebrarlo.
La celebración del Señor de los Milagros se remonta al siglo XVII en Lima, actual capital del Perú y en ese entonces sede de uno de los virreinatos españoles más importantes. Según los cronistas de la época, un esclavo de Angola pintó la imagen del Cristo sobre una pared de adobe dentro de un galpón.
Fue hasta después de un fuerte terremoto que dejó a Lima en escombros, el 13 de noviembre de 1655, que empezó a crecer la fe y devoción en el Cristo Moreno. Casas y templos se derrumbaron, pero el muro donde fue pintada la imagen del Cristo de Pachacamilla permaneció de pie sin la más pequeña alteración. Este singular hecho dio vida a la devoción de los sobrevivientes que empezaron a venerar la imagen.
La tradición es tan fuerte que los peruanos, a pesar de dejar su tierra natal, han trasladado su fe y sus costumbres fuera de sus fronteras. En la actualidad, las tradicionales misas y procesiones por el Señor de los Milagros se realizan alrededor del mundo.
En el área metropolitana de Washington existen varias hermandades del Señor de los Milagros en los estados de Maryland y Virginia.
Estos grupos de feligreses se organizan año a año para sacar en andas al Señor de los Milagros en sus respectivas jurisdicciones con el propósito de hacer crecer la fe en el Cristo de Pachacamilla y compartirla entre sus hijos, para que así la tradición no muera y se siga transmitiendo de generación en generación.
La celebración del Señor de los Milagros se extiende a todo el mes de octubre razón por la cual se conoce también como el Mes Morado. Pero, ¿porqué morado? La respuesta es porque los fieles se identifican con ese color que, para ellos, representa la penitencia y el fervor hacia el Cristo de Pachacamilla.
Las sahumadoras forman parte de la tradición y son las encargadas de que el ambiente alrededor de la procesión esté impregnado de un clásico olor a incienzo.
Para su labor, las sahumadoras utilizan carbón y una mezcla de sahumerio, incienso, palo santo y mirra, elementos infaltables en la procesión del Señor de los Milagros.
La fiesta al Señor de los Milagros no sólo se limita a la misa y procesión también incluye homenajes con bailes típicos del Perú que se presentan como una ofrenda al Cristo Moreno.
Todos los años los niños y jóvenes presentan ante la imagen su arte en señal de agradecimiento y devoción por los favores concedidos.
Como es tradición la procesión siempre termina con una homenaje donde no falta el baile, la música y la buena comida. Los fieles devotos se despiden del Señor de los Milagros entre aplausos hasta el próximo año en que llegarán nuevamente a sacarlo en procesión manteniendo su cultura y su fe más allá de la tierra que los vio nacer.
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