Durante más de una década, los vastos campos del suroeste de Idaho le sirvireron a Enrico Ponzo de la solidad que necesitaba para esconderse de su pasado como ex mafioso de Nueva Inglaterra, acusado de maltratar a su jefe.
Se presentó entre sus vecinos como Jeffrey Shaw, un hombre que era conocido con el apodo de ‘Jay’. Pagaba todo en efectivo y compró su casa a nombre de su novia.
Pero su pasado resultó ser un compañero obstinado. Ponzo no pudo esconder su experiencia con las armas en un viaje a un campo de tiro local. Sus historias no se mantenían firmes en una comunidad en la que Ponzo estaba rodeado por un extenso campo, donde sus vecinos podían comprobar que no sabía nada sobre agricultura.
El pasado de Ponzo, que siempre volvía, lo hizo de forma definitiva cuando agentes federales llegaron a una subdivisión en Marsing y destrozaron la vida que se había creado sobre mentiras.
“Mi nombre es Enrico Ponzo”, testificó. Después de que el juez leyera una larga lsita de cargos en su contra, Ponzo imploró su inocencia.
Mientras esperaba la próxima audicencia, una pequeña comunidad agrícola a unas 40 millas al oeste de Boise se preguntaba cómo logró engañarles a todos ellos durante tanto tiempo.
“Siempre sentimos que algo era un poco extraño”, dice Sharie Kinney, una vecina. Para ellos, él era Jay Shaw, diseñador gráfico desde casa y conocido por arreglar computadoras. Vivía con su novia y sus dos hijos en una colina verde.
Pero para el FBI esa doble vida terminaba en Nueva Inglaterra, donde la mafia le condujo en 1994, después de un intento fallido por matar a su jefe.
Ponzo ahora enfrenta 14 cargos que abarcan desde 1997, entre ellos figuran el del asesinato de Frank Salemme, conocido como ‘Cadillac Frank’, ex cabeza de la familia patriarcal de La Cosa Nostra.
Las autoridades obviaron especificar cómo habían dado con él, pero en su arresto el pasado lunes, la policía halló 38 armas de fuego, $15.000 dólares y una barra de 100 onzas de oro en la casa.
Había estado oculto en ese lugar durante cerca de 11 años.
Ponzo llamó más tarde desde prisión a Caplier, un vecino: “Él dijo ‘he sido arrestado, y voy a estar aquí una larga temporada. ¿Puedes alimentar a mis vacas?’”.