A uno no lo quieren por prepotente y ofensivo. Al otro lo detestan porque se autodenomina socialista. Racista y millonario el republicano, viejo y desgarbado el demócrata.
Pero aunque los aparatos de sus partidos no los quieran, fueron esos dos “outsiders”–Donald Trump y Bernie Sanders—quienes ganaron en New Hampshire, y con un amplio margen. No hubo dudas.
Un análisis de The Associated Press señala que a victoria de Trump, por 18 puntos, y la del autoproclamado socialista demócrata, por 21, son un recordatorio de los límites del poder del partido en un momento de enfado con Washington y de frustración con los políticos.
El Washington Post resalta que Trump ha logrado “galvanizar a los votantes con su visceral fijación en la inmigración y el populismo” y que Sanders ha encontrado receptividad con su mensaje “populista y antisistema”.
El martes, la cúpula del Partido Republicano de New Hampshire expresó una mezcla de frustración y vergüenza por ser el estado donde Trump cosechó su primera victoria. "Me niego a apoyarlo bajo ninguna circunstancia", dijo Fergus Cullen, expresidente de la formación en la región. "Trump sería un desastre".
Desastre y todo, pero hasta ahora los aterrados líderes del Partido Republicano no han podido encontrar la “fórmula divina” para frenar Trump, dice la AP. En cambio la esperanza que podía haber significado Marco Rubio, favorito del partido, esa sí se detuvo, al menos en New Hampshire.
Del lado demócrata sucede lo mismo. Hillary puede contar con el respaldo de todos los nombres importantes de su partido, pero Sanders se está ganando a los jóvenes e independientes, a las mujeres y a todos los que reclaman la creciente brecha entre ricos y pobres… los que ayudaron a Barack Obama a la llegar a la Casa Blanca.
En su discurso de victoria, el senador por Vermont dijo que “la gente de New Hampshire ha enviado un profundo mensaje al establishment político… lo que la gente ha dicho es que dada la enorme crisis que encara nuestro país, es demasiado tarde para el mismo viejo aparato político… La gente quiere un cambio real”.
Las próximas primarias de aquí al 15 de marzo, en Carolina del Sur, Nevada y más de una docena de otros estados que votan el 1 de marzo, dará una mejor idea sobre si todavía hay tiempo para que la situación cambie en ambos partidos y si es posible volver a la vieja y conocida normalidad.