Aficionado a las cartas y con muchas novias. Así era, según cuentan los vecinos de la remota aldea de Quintans, en España, el padre de Marina Castro, un migrante gallego, quien en los años de posguerra emprendió rumbo a Venezuela en busca de un mejor futuro. Como él, miles de gallegos hicieron la misma travesía dejando atrás enseres, pero también trazos de sus vidas, que sepultados por el peso de los años ahora desempolvan sus descendientes venezolanos al regresar a la tierra de sus progenitores.
“Yo ni idea que había jugado a cartas, pero lo de guapo, válgame que era guapo mi padre”, chismosea Marina con una vecina de la aldea recordando ese pasado desconocido de su padre.
Y es que en Quintans, donde sólo habitan 14 familias, todos conocen las vidas de los otros. Ahora también la de la rama venezolana de la saga Castro, que con Marina al frente, ha regresado a Quintans con sus dos hijos de 11 y 14 años.
“Enviudar me cambió la vida”, aseguró durante la grabación del especial de Venezuela 360, “Tras las huellas del retorno”. Tres años después del catastrófico evento, en la primavera de 2019 tomó la decisión de emigrar.
“Salimos [de Venezuela] porque ya no se aguantaba. Todo estaba cada vez más cuesta arriba. Entonces dije, voy a comprar los pasajes sin mirar atrás porque necesito brindarle un futuro a mis hijos”.
Nuevas oportunidades que encontró en este pequeño enclave, ubicado en medio de un valle, donde escasea la cobertura telefónica y al que se accede por una carretera que hasta parece perdida para el GPS.
Pero no sólo los retornados encuentran opciones de futuro en España, sino que son los propios gallegos, en este caso aldeanos de Quintans, quienes lo ven en los recién llegados, en especial en los hijos de Marina, ya casi tan ilustres en el pueblo como los son los otros cuatro niños que habitan en el.
“Hay dos chiquillos y otra niña de 15 o 16 años. Luego hay uno que va y viene. Pero por lo demás ya no hay niños. A ver si viene gente, que si no, nos quedamos sin gente”, aseguró Dorita Guimarey, dueña de una pequeña explotación lechera, y quien como otros tantos lugareños ha vivido el drama de la despoblación en primera persona. Sus hijos, sin ir más lejos, buscaron futuro y trabajo fuera del pueblo.
Que en Galicia falta gente lo dicen no sólo los vecinos, sino también las estadísticas. A pesar de la llegada de migrantes, muchos de ellos venezolanos, la relación entre nacimientos y muertes en la región sigue una tendencia de caída libre. Según el Instituto Gallego de Estadística, en 2018, último año del que hay registros, la región perdió 15 mil habitantes.
Un fenómeno visible en muchas aldeas en las que cada vez es más común encontrarse casas abandonadas o peor aún, pueblos enteros a la venta.
En algunos casos, son las escuelas gallegas las que sufren el daño colateral de la despoblación. Hasta seis de ellas no abrieron sus puertas en el curso escolar actual. El bajo número de alumnos, menos de 6 en cada caso, obligó a las autoridades a tomar medidas drásticas y reubicar a los menores en otros centros educativos.
Con “Estrategia retorna” el gobierno local hace frente a la despoblación
Ante esta problemática, el gobierno de Galicia se ha convertido en la primera región española en aprobar una ley contra la despoblación. Conocida como “Estrategia retorna”, el plan recoge ayudas específicas para facilitar el regreso ordenado de hasta 20 mil gallegos y sus descendientes hasta finales del año 2020, 12.000 de ellos menores de 45 años.
“Dentro de esta estrategia “Retorna”, Venezuela merece un lugar destacado, porque para Venezuela, un país que está pasando una situación difícil desde un punto de vista económico, social y humanitario, el darle una oportunidad a todos nuestros paisanos que viven en este país, lógicamente, para nosotros es un compromiso”, afirmó a Venezuela 360 de la Voz de América, Antonio Rodríguez Miranda, secretario general de emigración de Galicia.
Y con Venezuela en el punto de mira, el objetivo de las autoridades es fomentar el retorno de familias con hijos, y de ser posible también, como en el caso de la familia Castro, que se instalen en el medio rural.
“Como regla general, cualquier ayuda de contenido económico que se asigne en Galicia a una persona que regrese, si se establece en el ámbito rural, esa ayuda se va a ver mejorada en un 25 por ciento. Y a través de este incentivo económico, nosotros queremos estimular que a la hora de elegir entre ciudad y rural, la gente opte por el rural”, aseguró el alto funcionario gallego.
Entretanto, en Quintans, los Castro siguen ajustándose a su nueva vida en el campo, así como a sus nuevas rutinas. De lunes a viernes, Marina conduce a un pueblo cercano, donde hace pocas semanas encontró su primer trabajo en España. Sus hijos, mientras tanto, prosiguen sus estudios en una escuela cercana. Al regreso, buscan en el punto más elevado del pueblo con sus teléfonos móviles, esa señal de cobertura que los conecta con aquellos que dejaron atrás en Venezuela.