José Antonio Vargas confesó que es un inmigrante indocumentado Estados Unidos, donde recibió el premio Pulitzer en 2007, cubrió la política presidencial y trabajó para el periódico The Washington Post.
En una entrevista a la cadena ABC, Vargas reveló su historia como parte de los millones de inmigrantes que viven y trabajan como ilegales en Estados Unidos de forma clandestina.
“Estoy cansado de huir“, escribió Vargas. “Ya no quiero esa vida”. Con esta confesión vital, Vargas espera una presión conjunta para que el Congreso apruebe el ‘Dream Act’, una iniciativa legislativa que propone que personas como él, que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños, se conviertan en ciudadanos.
Vargas llegó a Estados Unidos a los 12 años con una Green Card que él desconocía que era falsa. Cuatro años después, cuando quiso obtener el permiso de conducir un empleado le advirtió que no servía.
“Recuerdo que la primera reacción instintiva fue: 'Bueno, se acabó, quítate el acento (latino)'“, dijo a ABC. “Porque pensé para mis adentros que no podía darles ningún motivo para llegaran a dudar de que soy estadounidense”.
Se convenció de que si se esforzaba trabajando y lograba progresar, sería recompensado con la ciudadanía, escribió Vargas en la revista.
Ese trabajo duro no le daría la ciudadanía pero sí ayudó a que consiguiera un puesto como redactor de The Washington Post, donde el temor a ser descubierto le condujo a decir la verdad. Tanto su mentor, Peter Perl, ahora director de capacitación del diario, como el entonces director editorial Leonard Downie Jr. y el presidente del Post, Don Graham, guardaron el secreto de José.
Tiempo después, Vargas obtendría el Premio Pulitzer por la cobertura del tiroteo en el Tecnológico de Virginia.