El Papa Benedicto visitó el lugar donde 335 italianos fueron asesinados por soldados nazis durante la Segunda Guerra Mundial. El Pontífice calificó la masacre como “una grave ofensa contra Dios”.
El Papa, acompañado por el principal rabino de la capital italiana, Riccardo Di Segni, visitó las Cuevas Ardeatinas, a las afueras de Roma, en el aniversario de la masacre ocurrida en marzo de 1944.
El Pontífice se arrodilló y oró en silencio ante las tumbas de las víctimas, de las cuales 75 eran judías. En una breve declaración el Papa Benedicto dijo que el lugar era “un doloroso recordatorio de la más horrenda maldad”.
Los grupos judíos recibieron con beneplácito las palabras de condena del Papa Benedicto XVI, el tercer Pontífice que visita el sitio, que es ahora un monumento nacional.
Los 335 civiles italianos, que incluían maestros, estudiantes y comerciantes, fueron ejecutados el 24 de marzo en represalia por la muerte de 33 miembros de una unidad de policía militar nazi durante un ataque con bomba lanzado por partidistas italianos.
El ataque enfureció a Hitler, quien ordenó matar a 10 italianos por cada alemán muerto. Las víctimas, que fueron cinco más de las ordenadas por Hitler fueron llevadas a las cuevas y ejecutadas a tiros. Más tarde, los alemanes hicieron estallar la entrada a las cuevas con la intención de ocultar la masacre.
