El papa Francisco pidió el sábado el fin de los conflictos tribales que han asolado a Papúa Nueva Guinea durante décadas y apeló al desarrollo equitativo de sus recursos naturales durante una visita que también evidenció el problema de la violencia contra las mujeres en el país.
Bailarines ataviados con faldas de hierba tradicionales actuaron para el pontífice argentino en su primer día completo en la nación del Pacífico sur, con una agenda que mezcla asuntos políticos y religiosos. Así, se reunió con el gobernador general y con mandatarios de la región antes de visitar a sacerdotes y monjas locales y a niños sin hogar.
Francisco está inmerso en una gira de 11 días por cuatro países del sudeste asiático y Oceanía, la más larga y complicada de su papado. Aterrizó en Puerto Moresby, la capital de este país insular de la Commonwealth, el viernes en la noche procedente de Yakarta, Indonesia, para iniciar la segunda parte de su viaje.
Durante su discurso ante autoridades gubernamentales y diplomáticos, Francisco bromeó ante la diversidad de la población — en el país se hablan alrededor de 800 lenguas — y afirmó que la variedad debe ser “un desafío para el Espíritu Santo, que crea la armonía de las diferencias”.
También hizo hincapié en que esa diversidad ha generado conflictos a lo largo de los años, en una referencia a la violencia tribal por disputas territoriales y de otro tipo que han caracterizado durante mucho tiempo la cultura del país, pero que se han vuelto más letales en los últimos años. El papa hizo un llamado a que, en beneficio de todos, prevalezca el sentido de la responsabilidad cívica y la cooperación.
“Hago votos, en particular, por el cese de las agresiones tribales, que desgraciadamente causan muchas víctimas, no permiten vivir en paz y obstaculizan el desarrollo”, afirmó.
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