Un día después de sacudir a la Iglesia con sus ideas sobre los homosexuales, el aborto y los anticonceptivos, el papa Francisco ofreció una suerte de ramita de olivo a los conservadores al denunciar el aborto y animar a los doctores a no prestarse a realizarlos.
“Cada niño que no ha nacido, pero que es condenado a ser abortado, tiene la cara de Jesucristo, tiene la cara del Señor”, dijo, añadiendo que el aborto es un síntoma de la “cultura del descarte” de hoy en día, con que se justifica disponer de las vidas.
A los médicos ginecólogos, que muchas veces se ven sometidos a situaciones donde “no hay respeto a la vida” les animó a dejarse llevar por la conciencia y a ayudar a traer las vidas al mundo. “Las cosas tiene un precio y pueden venderse, pero la gente tiene una dignidad que no tiene precio y que vale mucho más que las cosas”, agregó.
En una entrevista publicada el jueves, el papa había dicho que el edificio moral de la Iglesia católica podría “caer como castillo de naipes” si no se equilibra con la idea de una iglesia compasiva.
En la entrevista, publicada en 16 revistas jesuitas, incluyendo American Magazine en Estados Unidos, el pontífice se refirió específicamente a las normas de la Iglesia sobre el aborto, los homosexuales y los anticonceptivos.
Sin bien sus comentarios no contienen ningún cambio en las enseñanzas de la Iglesia, representan por sí mismas un cambio radical en el tono, y contrastan con las posturas de Bendicto XVI y Juan Pablo II.
Sin embargo, el principal asesor de comunicaciones del Vaticano, Greg Burke, insistió en que “el papa no está condenando a sus predecesores”.
“Lo que está diciendo es que hemos pasado mucho tiempo hablando sobre nuestras limitaciones, hemos pasado mucho tiempo hablando de lo que es pecado y lo que no es. Ahora pasemos a hablar sobre la compasión. Hablemos de amor”, dijo.
“Cada niño que no ha nacido, pero que es condenado a ser abortado, tiene la cara de Jesucristo, tiene la cara del Señor”, dijo, añadiendo que el aborto es un síntoma de la “cultura del descarte” de hoy en día, con que se justifica disponer de las vidas.
A los médicos ginecólogos, que muchas veces se ven sometidos a situaciones donde “no hay respeto a la vida” les animó a dejarse llevar por la conciencia y a ayudar a traer las vidas al mundo. “Las cosas tiene un precio y pueden venderse, pero la gente tiene una dignidad que no tiene precio y que vale mucho más que las cosas”, agregó.
En una entrevista publicada el jueves, el papa había dicho que el edificio moral de la Iglesia católica podría “caer como castillo de naipes” si no se equilibra con la idea de una iglesia compasiva.
En la entrevista, publicada en 16 revistas jesuitas, incluyendo American Magazine en Estados Unidos, el pontífice se refirió específicamente a las normas de la Iglesia sobre el aborto, los homosexuales y los anticonceptivos.
Sin bien sus comentarios no contienen ningún cambio en las enseñanzas de la Iglesia, representan por sí mismas un cambio radical en el tono, y contrastan con las posturas de Bendicto XVI y Juan Pablo II.
Sin embargo, el principal asesor de comunicaciones del Vaticano, Greg Burke, insistió en que “el papa no está condenando a sus predecesores”.
“Lo que está diciendo es que hemos pasado mucho tiempo hablando sobre nuestras limitaciones, hemos pasado mucho tiempo hablando de lo que es pecado y lo que no es. Ahora pasemos a hablar sobre la compasión. Hablemos de amor”, dijo.
