El Papa Benedicto XVI conversó este sábado por teléfono con 12 astronautas que orbitan la Tierra, en la primera vez que un Pontífice sostiene una charla espacial.
El Obispo de Roma dialogó durante 18 minutos con los tripulantes del transbordador Endeavour y de la Estación Espacial Internacional desde la Santa Sede y además los bendijo.
El Pontífice dijo admirar el valor, la disciplina y la dedicación de los astronautas, entre ellos dos italianos, Roberto Vittori, a bordo del Endeavour, y Paolo Nespoli, uno de los tripulantes de la plataforma orbital.
La histórica comunicación, calificada de “extraordinaria” por el propio Papa, tuvo efecto sólo un par de horas después de que los astronautas del Endeavour terminaran de inspeccionar un pequeño corte detectado en el fuselaje del transbordador para asegurarse de que no ponía en peligro el viaje de regreso a la Tierra.
Durante la charla, el Pontífice la transmitió sus deseos al comandante del Endeavour, Mark Kelly, de que su esposa, la congresista estadounidense Gabrielle Giffords, siga mejorando. Giffords se recupera de una herida de bala en la cabeza sufrida en enero pasado. Kelly, que es católico, agradeció al Papa sus palabras de aliento.
Benedicto XVI también se dirigió expresamente con frases de consuelo a Nespori, cuya madre de 78 años falleció en Italia a principios de mayo cuando el astronauta ya estaba a bordo de la estación espacial.
Sentado en una mesa ante el aparato de televisión conectado al circuito en vivo de la NASA que le permitía ver a los astronautas, el Papa se interesó por el futuro y los riesgos ambientales del planeta, y les preguntó cuál era el mensaje más importante que darían a los jóvenes a su regreso.
Uno de los tripulantes de la estación, Ronald Garan Junior, dijo que resaltaría la importancia de la atmósfera, que a pesar de lo delgada que es, separa a todos los seres vivientes del planeta de la inmensidad del espacio.
Otro de los astronautas, Mike Fincke, le contestó que les diría a los jóvenes cómo él y sus colegas “podían mirar abajo y ver la belleza del planeta creado por Dios” y además “cómo mirando arriba podían observar el resto del universo, aún por ser explorado”.
Fincke le dijo al Papa que la Estación Espacial Internacional “es sólo un símbolo, un ejemplo, de lo que los seres humanos pueden hacer cuando trabajan juntos de manera constructiva”.
Al final de la conversación, Benedicto XVI se río cuando uno de los astronautas quedó flotando dentro de la nave a causa de la ingravidez, y se despidió de todos saludándolos con la mano.
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